Teniendo como eje
el bien común, las libertades y
derechos, que se reconozcan a los ciudadanos no serán meramente formales, sino
reales, es decir, contarán con los medios necesarios para su realización,
proporcionados por la República,
puesto que ese es su fin propio y específico. Estos son nuestros pilares:
La Libertad:
Entendida esta como no-dominación
o exposición del individuo a la interferencia arbitraria que suponga
sometimiento de su dignidad y voluntad.
En este sentido, hacemos valer la necesidad de recordar con Aristóteles que no hay individuos libres sino entre iguales, de tal forma que en la práctica hay que legislar la igualdad siguiendo la máxima de Rousseau: nadie debe ser tan rico como para que otros dependan de él, ni nadie tan pobre como para necesitar venderse a otros.
La
laicidad:
Los republicanos
creemos en la virtud de la laicidad,
que en realidad es la piedra angular
de la filosofía republicana. Los republicanos hemos defendido la neutralidad de las instituciones públicas, incluyendo la escuela -en lo que respecta a las influencias sociales,
filosóficas o religiosas-, lo que permite a todos a seguir
sus propios pensamientos.
La solidaridad:
La solidaridad ilumina toda la acción de los republicanos. De un hecho social, hacemos una exigencia moral. Debe ser adquirida a través de la libre asociación y no por la fuerza. Para fortalecer los lazos que existen entre el individuo y la sociedad, la política debe estar guiada por la solidaridad como una realidad intangible y necesaria.
El Humanismo:
El hombre es
la medida, el propósito y la
justificación de cualquier acción
pública. Su desarrollo, que
da sentido al progreso y justifica el esfuerzo de una organización
social, debe guiar la acción
pública.
La Tolerancia:
La expresión y acción de los republicanos se definen por la razón y la tolerancia. En el corazón de cualquier proyecto republicano se expande la idea de la reconciliación.
El Universalismo:
Los republicanos tenemos una concepción subjetiva de la nacionalidad, con base en la voluntad libremente expresada de un futuro común y no en criterios de idioma, religión u origen étnico o geográfico.
¡Viva la República!
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