viernes, 5 de octubre de 2012

La banda morada



Carillo dijo: "ninguna banda morada merece la muerte de ningún español". Sin duda estaba tan contento de ser legal que no se dio cuenta del pleno significado de su declaración,  una especie de abdicación de los principios democráticos de la república. Quizá sólo era una estrategia para indicar que los comunistas no eran esos tipos con rabo y cuernos que olían a azufre como correspondía a su origen infernal, tal y como el golpista, General Franco, se había encargado de crear durante 40 años de lavado de cerebro bastante exitoso lo que significaba. 

¿Quién puede negarse a subscribir esta declaración de convivencia pacífica? Nadie que sea un buen nacido; nadie que sea un demócrata. Sólo los nacionalistas, cuyo espíritu fascista les hace erigirse "salvadores del pueblo", tan totalitarios y absolutistas como Luis XIV, el que dijo "El Estado soy yo".

La defensa del "Estado" o su búsqueda para defenderlo y la defensa de "el pueblo", son las artimañas preferidas por quienes no quieren representar "al ciudadano libre", algo peligroso. El pueblo no piensa, el ciudadano sí; el pueblo busca un líder, el ciudadano busca la justicia; al pueblo, se le engañan con discursos prometiendo lo que no se pretende cumplir y, al estar todos juntos se creen que ¡cómo nos van a engañar a todos!, y precisamente por estar todos juntos es más fácil engañarlos. Engañar a los ciudadanos no es tan fácil. 

Por eso, porque hay los suficientes que piensan y nunca consiguen engañar al 100 %., los nacional-fascistas, ¡se llamen como se llamen!, ahora pocos se atreven a seguirse llamando así, "odian al ciudadano" tanto como "aman al pueblo". En muchos casos no hay que esperar a conocerlos por sus obras; bastan sus discursos; cuanto más hablan del pueblo menos hablan del ciudadano: un ser peligroso; hasta el más tonto piensa. ¡Uf!; mejor el pueblo.

Son los que se sienten respaldados por los que no van a las manifestaciones. Así de fácil es hacerse con el "respaldo del pueblo". Decir que los que callan asienten, cuando lo más probable es que a los que no les de asco les de miedo o la pereza del egoísmo les sujete el culo a sus asientos. 

Otros, más cucos pero de igual calaña, son ellos los que no van a las manifestaciones. Eso no les impide decir que los que se manifestaron, entre los que había tendencias de lo más variopinta, estaban respaldando sus ideas, las que ni siquiera fue capaz de exponer en público. 

¿Se acuerdan de las mayorías silenciosas de las que hablaba Nixon? Fueron tan silenciosas que en el momento de votar se quedaron calladitas y no le votaron. 

La pregunta es, ¿cuántos están, sin embargo, dispuestos a asesinar por la banda roja? 

La respuesta la tuvimos hace un cuarto de siglo en Atocha, por no poner citas más lejanas. La respuesta la hemos tenido en este último cuarto de siglo en el País Vasco de España donde, simplemente amansados por razones estratégicas – sigue habiendo miles de personas dispuestos a asesinar por una bandera copiada de los ingleses – ridícula copia porque los ingleses eran los que estaban atropellando a los irlandeses que, ellos sí, habían sido invadidos.

La respuesta la hemos tenido en el 25-S donde, menos asesinar a los ciudadanos, estos han sufrido de todo, malos tratos, humillaciones, secuestros,…. Y todo en nombre de qué "de la Seguridad del Estado", uno de estos nombres peligrosamente colectivos con los que se atropella a los ciudadanos individuales; de la protección de una "democracia" que, además de no tenerla, porque seguimos viviendo bajo la monarquía parlamentaria del rey que nombró el dictador y que juró ¡poniendo a su Dios por testigo!, sojuzgarnos bajo sus leyes inicuas. 

Tenía razón Carrillo. No estamos dispuestos a matar a nadie por una banda morada. No estamos dispuestos a llevar otras armas que las manos desnudas ante los "grises", los "maderos", los "azulones" o los del color que sea, que por mucho que se lo cambien seguirán siendo iguales hasta que termine esta condenada transición interminable de la monarquía franquista a la democracia, que dentro de poco, ¡sólo dos años!, en 2014 – todavía con Rajoy gobernando – cumplirá los mismos 39 años que duró Franco en la dictadura que este rey juró mantener en herencia y dejársela a sus herederos sin contar nunca con nuestra opinión, que no se atreve a pedirla: ¡la conoce! Eso, a muchos les daría vergüenza. 

Si, realmente, esta dispuesto a "sacrificarse por los españoles" debería promover la constitución de una república democrática. Pero me temo que sólo lo está dispuesto a "sacrificarse por España"; y tampoco de cualquier forma sino de un modo muy especial: "prolongando la monarquía de que lo invistió el dictador". Eso, también, a muchos les daría vergüenza. ¡Por eso somos diferentes!
 

Vicente Vaamonde

Fuente: idearepublicana.com

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