La culpa es de los mercados, malos, malos, malos.
Decía mi ex suegra, que tenía mucho arte, que la culpa, si fuera
soltera, no se casaba, porque no la quiere nadie. En el caso de la
crisis que asola la zona euro pasa exactamente eso, nadie tiene la
culpa, nadie ha hecho nada para merecerlo y todos somos víctimas de los
malvados mercados que se comen niños crudos para desayunar.
Dejando aparte que efectivamente hay mucho golfo, especulador, sin
escrúpulos que se está haciendo rico ayudando a hundir la economía de
países enteros como Grecia, Portugal, Irlanda y ahora Italia y España,
lo cierto es que la responsabilidad no puede ser única y exclusivamente
de este ente abstracto que son los mercados.
Si hay países de Europa que están resistiendo la crisis y que no son
víctimas de los ataques especulativos y que casualmente coinciden con
los países nórdicos, con aquellos que gestionaron sus economías con
sensatez, mejorando la Educación, la formación, la investigación y el
desarrollo. Invirtiendo en el desarrollo y modernización industrial,
actualizando sus infraestructuras y preparándose mediante el ahorro por
si llegaban los tiempos difíciles, es que los mercados no son todo
poderosos, sino que atacan donde pueden.
Si hay, en cambio, otros países de Europa, que coinciden casualmente
con aquellos que recibieron masivamente los Fondos de Cohesión, que
tenían que haber servido para ponerse al nivel en cuanto a desarrollo,
que el resto de los países de la Unión Europea, pero que en realidad han
servido para tener aeropuertos sin aviones, más kilómetros de alta
velocidad que nadie en Europa, Palacios de la Música y de las Artes y de
las Ciencias y Oceanográficos y Fórmula 1 y Cajas Mágicas y anillos
olímpicos para las olimpiadas que nunca llegan… y que hoy están a merced
de los buitres especuladores.
Igual es que la culpa no es de los mercados malvados sino de las
malas políticas de ciertos países, de la nefasta gestión de lo público,
de una Ley de suelo especulativa y especuladora, de la burbuja
inmobiliaria y del círculo virtuoso del ladrillo del señorito Montoro,
del latrocinio, del nepotismo, de los aires de grandeza de personajes
endiosados que ponen bustos de sus regias personas en aeropuertos
peatonales o retratos de ochenta mil euros en el Congreso para que se
recuerde su paso por tan magna institución.
Como no es justo que paguemos los trabajadores, los ciudadanos, los
más desfavorecidos los desmanes de algunos políticos y el castigo de los
mercados, tampoco sería justo culpar a la clase política en general, de
que algunos de sus miembros, por muchos que sean, no merezcan estar en
lo público, sino entre rejas.
Ante el inminente rescate de España caben dos posturas, una, la que
estoy leyendo mayoritariamente en los medios de comunicación que están
tomando los políticos presentes y pasados, que es culpar a los mercados,
a Alemania, al Banco Central Europeo y al lucero del alba de todo lo
malo que nos está pasando. Otra, más dolorosa pero mucho más productiva a
la larga, asumir cada uno su cuota parte de culpa, los que gobiernan
ahora que tienen mucha, los que gobernamos antes que también, los que
gobernaron mucho antes, que algo tienen que ver y una vez expiadas las
culpas, buscar soluciones que no pasen por condenar a la miseria, al
hambre, a la vergüenza a todo el pueblo español; que haberlas, “hailas”.
Fuente: Martu Garrote
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