Los ¿sabios? de la Real Academia de la Historia, de España que,
ciertamente, tiene un crédito histórico que no se puede despreciar, dicen que
no fue un dictador. Pero ya los romanos sabían que “humanum errare est”, es
decir, “equivocarse es propio de los seres humanos”. Puesto que en la Real Academia de la Historia, de España, sus
académicos son seres humanos, pueden errar, incluso pueden herrar, aunque para
hacerlo con h se exige el concurso ajeno.
También está claro que a la Real Academia de la Historia, de España, no
la asiste el Espíritu Santo. Son muchas las razones: 1.- no está demostrado que
el tal Espíritu Santo exista; 2.- aunque existiera, no está demostrado que se
dedique a asistir a nadie; 3.- aunque se dedicara a asistir a alguien tampoco
está demostrado que el asistido sea susceptible de recibir semejante
asistencia; etc., etc.
Lo que no hay ninguna duda, pues es un hecho
objetivo, es que el General Franco juró defender a la República que, para ese
cometido, le reconocía el empleo de General de sus ejércitos, por el que
cobraba regularmente todos los meses, y que no cumplió su juramento. Eso
constituye un delito de perjurio, contemplado en el Código Penal vigente en
aquellas fechas, con lo cual el General Franco fue, objetiva y legalmente
hablando, un delincuente perjuro.
De lo que tampoco hay ninguna duda, pues es un
hecho objetivo, es de que levantarse contra el poder democráticamente
constituido y constitucionalmente establecido en la Constitución Republicana.
Eso es un delito de sedición, contemplado en el Código Penal vigente en
aquellas fechas, con lo cual el General Franco fue, objetiva y legalmente
hablando, un delincuente sedicioso.
De lo que tampoco hay ninguna duda, pues es un
hecho objetivo, es de que levantarse contra el poder democráticamente
constituido y constitucionalmente establecido en la Constitución Republicana
con el apoyo de ejércitos extranjeros a los que ordenó, en pacto vil, asesinar
a los españoles. Eso es un delito de traición, contemplado en el Código Penal
vigente en aquellas fechas, con lo cual el General Franco fue, objetiva y
legalmente hablando, un delincuente traidor.
De lo que tampoco hay ninguna duda, pues es un
hecho objetivo, es de que levantarse contra el poder democráticamente
constituido y constitucionalmente establecido en la Constitución Republicana
con el apoyo de los ejércitos extranjeros procedentes de dos potencias
fascistas: la Alemania
nazi y la Italia
fascista, que negaban los derechos democráticos, inherentes a los seres
humanos. Eso lo convirtió en un aliado de los fascistas y en un declarado
violador de la democracia.
De lo que tampoco hay ninguna duda, pues es un
hecho objetivo, es de que levantarse contra el poder democráticamente
constituido y constitucionalmente establecido en la Constitución Republicana
con el apoyo de un tercer ejército no militar, el que tiene en perpetuo pie de
guerra el Estado del Vaticano, atropello de nuevo la Constitución Democrática
al apoyarse en los creyentes que, igualmente no demócratas, atentaron contra la Constitución. Eso
es un delito, por subordinarse a los mandatos de un Estado extranjero,
contemplado en el Código Penal vigente en aquellas fechas, con lo cual el
General Franco fue, objetiva y legalmente hablando, un delincuente
traidor.
Son muchas las pruebas de esta sumisión al Estado
extranjero de las que ha hecho alarde a lo largo de toda su vida: declararse
Caudillo de España por la
Gracia de Dios, lo cual fue aceptado por el Jefe del Estado
del Vaticano como un acto de sumisión a él; declarar que las leyes que él se
inventó se sometían a los dictados por el Jefe del Estado del Vaticano; ser
paseado bajo palio por dentro y fuera de las iglesias catedrales, que están
bajo la jurisdicción del Jefe del Estado del Vaticano, lo cual fue un acto de
respaldo al traidor, golpista, y violador de la Constitución Democrática;
la declaración del Cardenal Gomá, Primado de España de que aquel genocidio era
un Cruzada.
Además, al autorizar, cuando no promover el
genocidio y, sobre todo, promulgar una ley declarando impunes todos los delitos
de asesinato que constituyeron dicho genocidio porque sus víctimas fueron los
republicanos y demócratas y no creyentes, cometió el delito de genocidio.
Haya sido o no un dictador; se cumplan o no las
leyes de la herencia, fue un real y verdadero hijo de puta. Y si el Espíritu
Santo dijera lo contrario, eso sólo demostraría que el tal se equivoca. Lo fue.
José do Pazo
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