La prensa “canallesca” nos ha
informado que el “centrista” ministro de Justicia, don Alberto Ruiz-Gallardón,
ha rubricado con su firma la expedición del título de marqués al nieto del
general golpista Gonzalo Queipo de Llano y Sierra. Es más, y para mayor
escarnio de nuestra sagrada democracia, la orden de renovar ese título, tras el
fallecimiento del hijo del citado
general, se publicó en el BOE el pasado 17 de julio. Os suena la fecha.
Del doblemente traidor Queipo
resaltaremos su discurso en radio Sevilla en julio de 1936:
“En San Fernando hay muchos familiares de tripulantes de la escuadra
pirata que están en nuestro poder; nos servirán de rehenes y sus vidas
responderán de los que mueran en San Sebastián. La no menos célebre Pasionaria
— que la ha tomado conmigo porque no se da cuenta de que admiro sinceramente, y
no en broma, su ascenso desde criada de 30 reales a primera figura del régimen.
Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a los rojos cobardes
lo que significa ser hombres de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es
totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor
libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos
maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen. Mañana vamos a tomar
Peñaflor. Vayan las mujeres de los «rojos» preparando sus mantones de luto.
Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera,
Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar
como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros;
que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad.”
Éste personaje, conspiró contra la Monarquía de Alfonso XIII, contra la
Dictadura de Primo de Rivera y contra la República, a pesar de haber sido uno
de los que se pronunciaron a favor de su instauración, en 1930. Buen catador de
manzanilla, con la que brindaba en sus arengas radiofónicas en Radio Sevilla,
alentando a los fascistas a la “caza” de los que él, consideraba desafectos al
movimiento salvador de la patria.
Que lo haga un gobierno del PP no
nos extraña, aunque nos ofenda, pero también lo hizo el gobierno del PSOE, el
de Zapatero; el entonces ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo, le
renovó a los herederos de otro “prócer” de la patria el título de conde de
Mola.
Para aquellos que no conozcan a
este “gran prohombre”, el General Mola, les dejamos, como perla, parte de la
arenga lanzada a sus tropas golpistas el 19 de julio de 1936:
"Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar
sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no
piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea
abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado”.
Podemos seguir poniendo muchas
perlas literarias, pero no merece la pena, a estos y a sus correligionarios,
que deshonraron su juramento de lealtad a la patria, traidores golpistas, hay
que condenarlos al más profundo de los ostracismos.
Cierto es que
a raíz del escándalo de la renovación del título de conde de Mola, varios
títulos que se encontraban en la misma circunstancia quedaron en el cajón de
los recuerdos. Entre ellos el que hoy mencionamos de Marqués de Queipo. El presidente Zapatero pidió en su día al
Monarca, cuya firma debe figurar por ley al pie de la correspondiente Orden
Ministerial de renovación de cualquier dignidad, que no se reconozcan esos
títulos concedidos por Franco. La vía elegida parecía consistir en la no
renovación de los mismos a la muerte de su titular. Decimos “parecía”, porque
con el actual gobierno “centrista”, el Rey ya no tiene problemas en sancionar
este tipo renovaciones.
Este problema
comienza el 18 de julio de 1948; en esta fecha el general Franco firmó en el
Boletín Oficial del Estado un decreto otorgando tres ducados a título póstumo y
un condado para conmemorar “la Cruzada
que España sostuvo durante tres años en defensa de Dios y de la Patria”.
Los elegidos fueron dos políticos y dos generales: el fundador de la Falange,
José Antonio Primo de Rivera, el político José Calvo Sotelo, y los generales
Emilio Mola y José Moscardó. El penúltimo de los concedidos, diciembre de 1973,
convirtió en duque de Carrero Blanco al almirante del mismo nombre, asesinado
aquel mes por la banda terrorista ETA.
Franco adornó
también con marquesados y condados varios las cabezas de algunos de sus
ministros y de simples amigos. Entre los primeros figuran sin grandeza de
España el de Bilbao-Eguía (presidente de las Cortes), y el de Suanzes (ministro
de Industria y fundador del INI). Entre los segundos, también sin grandeza,
están el conde de Arteche (el hombre que capitaneó el Banco de Bilbao durante
los años de la postguerra), el de Benjumea (empresario sevillano), el de
Castillo de la Mota, el de Echeverría de Legazpia (empresario guipuzcoano), el
condado de Fenosa a favor de Pedro Barrié de la Maza, y el de El Abra, otorgado
al abuelo de Santiago y Emilio Ybarra Churruca, ex presidente del BBV.
En total, el
dictador firmó 190 rehabilitaciones, y concedió 40. Que para eso era el
“caudillo de España por la gracia de Dios”.
Algunos
pensaréis, “¡coño! ¿para eso tenemos una Ley de la Memoria?” Pues veréis, como
dice la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) "es un insulto a las víctimas de la dictadura
y a la democracia que se otorgue desde el Estado ese reconocimiento" a
los descendientes de un militar que utilizó "una despiadada violencia para
conquistar el poder". "Un
ministro de un Gobierno democrático no puede colaborar en el reconocimiento
público e institucional a alguien que causó tanto daño a la sociedad".
Sin embargo,
el problemilla radica en que para poder aplicar la Ley, también habría que
eliminar a algunos de los títulos otorgados por el Monarca, ya que tras la
muerte de Franco, SM el Rey ennobleció a ministros del régimen anterior, caso
de la viuda de Antonio Iturmendi (presidente de las Cortes y del Consejo del
Reino) a quien concedió el condado del mismo nombre; de Arias Navarro (alías el
Carnicerito de Málaga por su forma de ejercer la represalia en la Málaga
“recuperada para la causa” por los fascistas), a quien hizo marqués con
grandeza de España, y de Fernández Miranda, a cuyos descendientes adornó con un
ducado.
Y, por
supuesto los dos mejores, los primeros de su reinado:
Decreto-Ley
18/1975, de 26 de noviembre, por el que se concede el Señorío de Meirás con Grandeza
de España a Dª María del Carmen Polo y Martínez-Valdés, Viuda de Franco, por
estos motivos: «Queriendo dar una muestra de mi Real aprecio y testimoniar los
sentimientos de afecto y admiración a la egregia figura de doña Carmen Polo de
Franco, de singular relieve en una gloriosa etapa histórica de nuestra Patria».
Decreto
3028/1975, de 26 de noviembre, por el que se nombra a Dª María del Carmen
Franco Polo, hija del Dictador, Duquesa de Franco con Grandeza de España, por
poseer entre otras, estas virtudes: «Queriendo dar una muestra de mi Real
aprecio a doña Carmen Franco Polo, Marquesa de Villaverde, y en atención a las
excepcionales circunstancias y merecimientos que en ella concurren».
Como hemos
dicho este problema no es nuevo, exactamente el 22 de de marzo de 2009, la
Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) mostró su
desacuerdo con la decisión de Justicia, y pidió a Zapatero la retirada del
título de Duque de Mola. La Asociación se quejaba de que pudiera contar con el
reconocimiento oficial una dignidad concedida por Franco “uno de los militares
que alentaron especialmente el ejercicio de la violencia y la dura represión
tras el golpe militar del 18 de julio de 1936 y “el director” como así le
gustaba que le mencionaran, de el mismo.”
Cierto es que
En la España de hoy, la posesión de un título de nobleza no supone ningún
privilegio legal. Es una distinción de carácter honorífico y simbólico,
acompañada del tratamiento de Excelentísimos Señores para aquellos títulos que
poseen la dignidad de Grande de España y de Ilustrísimos Señores
para los demás. El último privilegio, suprimido en 1984, fue el derecho a pasaporte diplomático por parte de los Grandes de España. Este privilegio desapareció
tras el Real Decreto 1023./1984. Los títulos sin Grandeza de España nunca
gozaron de este privilegio.
Como también
los que Los títulos nobiliarios son otorgados por el Rey, que también sanciona
cada una de las sucesiones en los mismos.
Para nosotros,
radical-republicanos, actos como éstos, amén de indignantes, son un insulto a
la memoria de todos aquellos que murieron en defensa de la legalidad
republicana y a todos los que creemos firmemente en los valores de la
democracia. No nos importan los títulos nobiliarios, lo que nos importa es el
carácter de reconocimiento de estos, de ahí que creamos que es una ignominia
que se siga reconociendo a golpistas, perjuros, traidores y, por encima de
todo, asesinos.
Tal vez la solución definitiva
a estos problemas sea la aplicación del artículo 25 de la Constitución de 1931:
“Artículo 25. No podrán ser fundamentos de privilegio jurídico: la
naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas
políticas ni las creencias religiosas.
El
Estado no reconoce distinciones y títulos nobiliarios”.
Es por ellos
que creemos que en una sociedad moderna no puede existir mas aristocracia que
la de la inteligencia y el trabajo, ya
que todas las personas, sin excepción, deben de ser iguales ante la ley, porque
la soberanía reside exclusivamente en el pueblo y no en una persona o institución.
¡Viva la
República!
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