miércoles, 1 de agosto de 2012

Marqués de Queipo


La prensa “canallesca” nos ha informado que el “centrista” ministro de Justicia, don Alberto Ruiz-Gallardón, ha rubricado con su firma la expedición del título de marqués al nieto del general golpista Gonzalo Queipo de Llano y Sierra. Es más, y para mayor escarnio de nuestra sagrada democracia, la orden de renovar ese título, tras el fallecimiento del hijo del  citado general, se publicó en el BOE el pasado 17 de julio. Os suena la fecha.

Del doblemente traidor Queipo resaltaremos su discurso en radio Sevilla en julio de 1936:

“En San Fernando hay muchos familiares de tripulantes de la escuadra pirata que están en nuestro poder; nos servirán de rehenes y sus vidas responderán de los que mueran en San Sebastián. La no menos célebre Pasionaria — que la ha tomado conmigo porque no se da cuenta de que admiro sinceramente, y no en broma, su ascenso desde criada de 30 reales a primera figura del régimen. Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen. Mañana vamos a tomar Peñaflor. Vayan las mujeres de los «rojos» preparando sus mantones de luto. Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad.”


Éste personaje, conspiró contra la Monarquía de Alfonso XIII, contra la Dictadura de Primo de Rivera y contra la República, a pesar de haber sido uno de los que se pronunciaron a favor de su instauración, en 1930. Buen catador de manzanilla, con la que brindaba en sus arengas radiofónicas en Radio Sevilla, alentando a los fascistas a la “caza” de los que él, consideraba desafectos al movimiento salvador de la patria.

Que lo haga un gobierno del PP no nos extraña, aunque nos ofenda, pero también lo hizo el gobierno del PSOE, el de Zapatero; el entonces ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo, le renovó a los herederos de otro “prócer” de la patria el título de conde de Mola.

Para aquellos que no conozcan a este “gran prohombre”, el General Mola, les dejamos, como perla, parte de la arenga lanzada a sus tropas golpistas el 19 de julio de 1936:

"Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado”.

Podemos seguir poniendo muchas perlas literarias, pero no merece la pena, a estos y a sus correligionarios, que deshonraron su juramento de lealtad a la patria, traidores golpistas, hay que condenarlos al más profundo de los ostracismos.

Cierto es que a raíz del escándalo de la renovación del título de conde de Mola, varios títulos que se encontraban en la misma circunstancia quedaron en el cajón de los recuerdos. Entre ellos el que hoy mencionamos de Marqués de Queipo.  El presidente Zapatero pidió en su día al Monarca, cuya firma debe figurar por ley al pie de la correspondiente Orden Ministerial de renovación de cualquier dignidad, que no se reconozcan esos títulos concedidos por Franco. La vía elegida parecía consistir en la no renovación de los mismos a la muerte de su titular. Decimos “parecía”, porque con el actual gobierno “centrista”, el Rey ya no tiene problemas en sancionar este tipo renovaciones.

Este problema comienza el 18 de julio de 1948; en esta fecha el general Franco firmó en el Boletín Oficial del Estado un decreto otorgando tres ducados a título póstumo y un condado para conmemorar “la Cruzada que España sostuvo durante tres años en defensa de Dios y de la Patria”. Los elegidos fueron dos políticos y dos generales: el fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, el político José Calvo Sotelo, y los generales Emilio Mola y José Moscardó. El penúltimo de los concedidos, diciembre de 1973, convirtió en duque de Carrero Blanco al almirante del mismo nombre, asesinado aquel mes por la banda terrorista ETA.

Franco adornó también  con marquesados y condados varios las cabezas de algunos de sus ministros y de simples amigos. Entre los primeros figuran sin grandeza de España el de Bilbao-Eguía (presidente de las Cortes), y el de Suanzes (ministro de Industria y fundador del INI). Entre los segundos, también sin grandeza, están el conde de Arteche (el hombre que capitaneó el Banco de Bilbao durante los años de la postguerra), el de Benjumea (empresario sevillano), el de Castillo de la Mota, el de Echeverría de Legazpia (empresario guipuzcoano), el condado de Fenosa a favor de Pedro Barrié de la Maza, y el de El Abra, otorgado al abuelo de Santiago y Emilio Ybarra Churruca, ex presidente del BBV.
En total, el dictador firmó 190 rehabilitaciones, y concedió 40. Que para eso era el “caudillo de España por la gracia de Dios”.

Algunos pensaréis, “¡coño! ¿para eso tenemos una Ley de la Memoria?” Pues veréis, como dice la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) "es un insulto a las víctimas de la dictadura y a la democracia que se otorgue desde el Estado ese reconocimiento" a los descendientes de un militar que utilizó "una despiadada violencia para conquistar el poder". "Un ministro de un Gobierno democrático no puede colaborar en el reconocimiento público e institucional a alguien que causó tanto daño a la sociedad".

Sin embargo, el problemilla radica en que para poder aplicar la Ley, también habría que eliminar a algunos de los títulos otorgados por el Monarca, ya que tras la muerte de Franco, SM el Rey ennobleció a ministros del régimen anterior, caso de la viuda de Antonio Iturmendi (presidente de las Cortes y del Consejo del Reino) a quien concedió el condado del mismo nombre; de Arias Navarro (alías el Carnicerito de Málaga por su forma de ejercer la represalia en la Málaga “recuperada para la causa” por los fascistas), a quien hizo marqués con grandeza de España, y de Fernández Miranda, a cuyos descendientes adornó con un ducado.
Y, por supuesto los dos mejores, los primeros de su reinado:

Decreto-Ley 18/1975, de 26 de noviembre, por el que se concede el Señorío de Meirás con Grandeza de España a Dª María del Carmen Polo y Martínez-Valdés, Viuda de Franco, por estos motivos: «Queriendo dar una muestra de mi Real aprecio y testimoniar los sentimientos de afecto y admiración a la egregia figura de doña Carmen Polo de Franco, de singular relieve en una gloriosa etapa histórica de nuestra Patria».

Decreto 3028/1975, de 26 de noviembre, por el que se nombra a Dª María del Carmen Franco Polo, hija del Dictador, Duquesa de Franco con Grandeza de España, por poseer entre otras, estas virtudes: «Queriendo dar una muestra de mi Real aprecio a doña Carmen Franco Polo, Marquesa de Villaverde, y en atención a las excepcionales circunstancias y merecimientos que en ella concurren».

Como hemos dicho este problema no es nuevo, exactamente el 22 de de marzo de 2009, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) mostró su desacuerdo con la decisión de Justicia, y pidió a Zapatero la retirada del título de Duque de Mola. La Asociación se quejaba de que pudiera contar con el reconocimiento oficial una dignidad concedida por Franco “uno de los militares que alentaron especialmente el ejercicio de la violencia y la dura represión tras el golpe militar del 18 de julio de 1936 y “el director” como así le gustaba que le mencionaran, de el mismo.”

Cierto es que En la España de hoy, la posesión de un título de nobleza no supone ningún privilegio legal. Es una distinción de carácter honorífico y simbólico, acompañada del tratamiento de Excelentísimos Señores para aquellos títulos que poseen la dignidad de Grande de España  y de Ilustrísimos Señores para los demás. El último privilegio, suprimido en 1984, fue el derecho a pasaporte diplomático por parte de los Grandes de España. Este privilegio desapareció tras el Real Decreto 1023./1984. Los títulos sin Grandeza de España nunca gozaron de este privilegio.

Como también los que Los títulos nobiliarios son otorgados por el Rey, que también sanciona cada una de las sucesiones en los mismos.

Para nosotros, radical-republicanos, actos como éstos, amén de indignantes, son un insulto a la memoria de todos aquellos que murieron en defensa de la legalidad republicana y a todos los que creemos firmemente en los valores de la democracia. No nos importan los títulos nobiliarios, lo que nos importa es el carácter de reconocimiento de estos, de ahí que creamos que es una ignominia que se siga reconociendo a golpistas, perjuros, traidores y, por encima de todo, asesinos.

Tal vez la solución definitiva a estos problemas sea la aplicación del artículo 25  de la Constitución de 1931:

“Artículo 25. No podrán ser fundamentos de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas ni las creencias religiosas.
El Estado no reconoce distinciones y títulos nobiliarios”.

Es por ellos que creemos que en una sociedad moderna no puede existir mas aristocracia que la de la inteligencia y el trabajo,  ya que todas las personas, sin excepción, deben de ser iguales ante la ley, porque la soberanía reside exclusivamente en el pueblo y no en una persona o institución.

¡Viva la República!


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