Cuando las ideas de una persona
trascienden a su autor y estas se convierten en propiedad de la comunidad puede
ocurrir, y de hecho ocurre, que gente nada afín a las mismas se quieran
apropiar de las mismas.
Esto está ocurriendo con figuras
como D. Manuel Azaña y otros próceres del republicanismo radical español; no
sólo la derecha más rancia del Partido Popular, de manera vomitiva, se atreve a usar su memoria en su provecho, Aznar
proclamó que tenía "una profunda vocación azañista".
Desde el otro extremo, desde la
izquierda marxista, también reivindica su memoria e incluso su ideología, sin
embargo a sus seguidores les tildan de “pequeños burgueses”.
Tal vez sea ya hora de decir
basta y poner a cada uno en su sitio y decir como Don Quijote: « ¿Tropezáis con
uno que miente? Gritadle a la cara: ¡Mentira! y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno
que roba? Gritadle: ¡Ladrón! y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías
a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta? Gritadles: ¡Estúpidos!
y ¡adelante! ¡Adelante siempre!». - Miguel de Unamuno y Jugo - Vida de Don
Quijote y Sancho (1904).
Vindicar desde la derecha como
Aznar o desde la Izquierda
como García Bilbao, lo que representan
las ideas de Azaña es, como poco, soez y zafio. Nada, absolutamente nada, tiene
que ver el radicalismo de izquierdas con las propuestas económicas, políticas y
sociales de la derecha española y, por descontado, con el marxismo leninismo,
es decir, maoísmo.
Decía Macrino Suárez que «La Monarquía, para ser
creíble, necesita un apellido. Tiene que ser parlamentaria, constitucional.
Etimológicamente significa el poder absoluto del rey, lo demás es jabón para
dejarlo pasar. Sin embargo, la
República no necesita adjetivo». Cuando se le añade un
apellido, se las desnaturaliza. «Como cuando con Franco se hablaba de
democracia orgánica, o democracia popular con los comunistas. O cuando se habla
de República islámica o popular. Eso indica que ya no es la República, es decir, que
los representantes públicos son elegidos por el pueblo, sino que también es un
modo de gobernación muy distinto».
En los últimos tiempos analizaba
el panorama político español con la esperanza de que la República fuese la
salida a la crisis, « él pensaba que no sólo era económica, sino también de
conciencia cívica». Marcrino Suárez estaba convencido de que con el desarrollo
de la partitocracia «lo que estamos viviendo con esta democracia monárquica son
los intereses de los partidos, de dos partidos, que prevalecen sobre los
intereses públicos y privados». Según su opinión, «los ciudadanos españoles ya
no eligen a sus representantes, los eligen los partidos, y entonces yo creo que
la República
podría significar una regeneración de estos modos de gobernación».
Es hora ya de decir “¡Estúpidos!
y ¡adelante! ¡Adelante siempre!” Somos, como Azaña, como Marcrino, radical
republicanos y nada tenemos que ver con esta gente.
"Radicalismo fue, es y
seguirá siendo lucha contra los monopolios capitalistas, contra todas las
formas de privilegio; radicalismo es reforma agraria, educación popular, acción
antiimperialista y reforma universitaria; es defensa y promoción de los
derechos económicos de los trabajadores; es derecho de huelga y organización
sindical; es salario real y asistencia social; radicalismo es justicia y
libertad en todas sus expresiones... “(Ricardo Balbín).
No hay comentarios:
Publicar un comentario