sábado, 21 de julio de 2012

18 de julio de 2012 y República.

El 18 de julio se recuerda en España el golpe de estado del general Franco en 1936, junto a monárquicos, falangistas, terratenientes y clero. Con el apoyo para su triunfo de nazis alemanes y fascistas italianos, junto a la desidia o silencio comprometido de otras democracias europeas.

Es absolutamente justo este recuerdo activo, porque no se ha hecho aún nada eficaz por parte del régimen de democracia reinstaurada en pos de recuperar la memoria real (no la franquista o de sus actuales revisionistas) como la oficial o de Estado y nada de justicia y reparación para tanta víctima, salvo ese esperpento de condenar al juez que las atendió. Y hoy me uno a ello.



Pero también escribo mis prevenciones ante lo que considero un exceso. Ese recuerdo para muchos deriva en una nostalgia cuasi obsesiva por reivindicar un pasado, no como historia, sino cual si hubiera de subvertir nuestro presente y hacerse hoy. Y es que no considero que la nostalgia y la fijación en cualquier pasado sea realmente sano y práctico para decidir el desarrollo del presente y su porvenir. De la historia se aprende, pero no se aprehende cual si fuera algo vivo. Los tiempos han cambiado e incluso nuevas generaciones con nuevas ideas habitan nuestros pueblos y ciudades. No son hijos del franquismo, ni devotos de segundas repúblicas. Es así que, en gran parte, el fracaso del movimiento republicano se deba a remitirlo siempre como sus claves de propuesta a la IIª República y el franquismo. Eso es querer construir una iniciativa presenta con claves oxidadas, o pretender echar vino nuevo en cuero viejo y que este no se deshaga.

Soy republicano por convicción, pero no por nostalgia ni reivindicación de pasados, aunque sé valorar y valoro su significado. Pero no más. He aprendido de Azaña como de Pi i Margall, pero no van ser ideólogos ni presidentes de cualquier moderna república en mi país. También de Aristóteles o Cicerón, y no soy grecolatino, o del anglosajón Paine, o del ginebrino Rousseau, también del norteamericano Jefferson, o más recientes teóricos como Hanna Arendt o Philip Pettit. Y no van a ser el equipo político que piense y transmita el ser hoy republicano en mi, nuestra sociedad española, la presente.

También albergo serias prevenciones, porque lo he vivido años con una mezcla de desagrado y desánimo, contra ese republicanismo de retaguradia hecho vanguardia, que no es más que la bandera o telón frontal que esconde otras ideologías como el socialismo marxista o el comunismo. Y no me gusta, porque es un republicanismo utilitarista o accidentalista en el mejor de los casos. Tan dados ellos a sus pasados, la historia también enseña que, aunque deseen hacer caso omiso  a ello, la caída del régimen republicano incipiente en aquellos años treinta fue en gran parte por una conjunción de fuerzas anarcosindicalistas, comunistas y socialistas revolucionarias que, unidos a fascistas y nacionalsindicalistas, no toleraron, haciendo obstrucción y reacción al reformismo republicano.

Por ello, vuelvo a unirme a ese recordatorio por los motivos ya aducidos al comienzo de esta reflexión, pero me desmarco muy claramente de otros motivos o intenciones también expuestas.

18 de julio, pero del año 2012.
Libertad, igualdad y fraternidad. Así sea.

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