Una de las acciones más
románticas de toda la
Segunda Guerra Mundial fue la liberación de Paris a cargo de
la 2ª división acorazada de las fuerzas francesas libres (la 2e División
Blindée, o 2e DB), también conocida como División Leclerc.
Las circunstancias del avance de los aliados sobre París determinaron que una
de las compañías del Régiment de Marche du Tchad, que constituía
la infantería mecanizada de la
División, recibiese el encargo de adelantarse al resto de su
unidad para asegurar que las primeras fuerzas en entrar en la capital fuesen
francesas. Por paradojas del destino, esa compañía, la 9ème Compagnie du
III/RMT, estaba formada en su inmensa mayoría por republicanos
españoles exiliados.
El 29 de julio de 1944, una vez concluido su entrenamiento, la 2e DB embarcó en Southampton rumbo a Francia y su epopeya.
Tras una tensa espera, el 1 de
agosto de 1944 la 2e DB comienza su desembarco en la playa de Utah. La Nueve lo hará el 4 de
agosto, y cantando "La cucaracha", quizás por la lentitud de la
compleja operación. Finalmente, la división se pone en marcha con la misión de
apoyar a los estadounidenses frente al contraataque alemán en Mortain. En esos
primeros días el GTV está en reserva, así que "La Nueve" tardará algún
tiempo en entrar en combate. Es en ese periodo cuando el teniente español
Antonio Van Baumbergen, "Wamba" es sustituido como segundo en el
mando de La Nueve
por Amado Granell, un castellonense con un amplio historial en la guerra civil.
Bautismo de fuego en Ecouché
Después de un rápido combate en Vieux- Bourg, en el que "La Nueve" destruye varios vehículos alemanes disparando desde los half-tracks, el 13 de agosto los "cosacos", como les llama el capitán Dronne, entran a la carga en Ecouché destruyendo más vehículos a su paso. El pueblo queda dominado, pero será en su aseguramiento en donde se producirán los combates más violentos. El día 14, sin embargo, el principal "enemigo" será la aviación estadounidense que vierte "fuego amigo" sobre la Compañía. Pero a la caída de la tarde, el adjutant-chef Campos, quizás el más notable combatiente de "La Nueve", y el sergeant-chef "Juanito" Reiter han imaginado un audaz golpe de mano y se infiltran con dos half- tracks en terreno alemán hasta tomar un castillo en el que capturan 129 prisioneros, entre ellos un coronel. El día 15 La Nueve es cañoneada por los alemanes... y por los propios americanos. Finalmente, el día 16 se comprueban intentos de penetración alemana en el pueblo. Dronne entiende que con sus efectivos no podrá defender Ecouché, así que opta por atacar. Protegido por el fuego de los morteros asalta las posiciones alemanas. Allí encontrará la muerte el sergeant-chef Constantino Pujol y herido su hermano, Fermín. También, Luis del Águila y el veterano prusiano Poreski. El contraataque ha sorprendido a los alemanes, pero aún así mantienen el cerco y el cañoneo durante el 17 de agosto. En la tarde de ese día, después de un nuevo intento de infiltración alemán, Campos dirige un violento contraataque contra un numeroso grupo de SS. Roberto Helio morirá a causa de las heridas recibidas en el transcurso del combate. Por fin, el día 18 "La Nueve" enlaza con una columna británica. Ha sufrido 7 muertos y 10 heridos graves, pero ha sido un éxito táctico.
Hacia París
"La Nueve" descansa en
Ecouché hasta que el 23 de agosto, a las 6 de la mañana, se da la orden de
salida. El destino es París, cuya ocupación ha sido rehusada por el mando
aliado en un principio y por razones logísticas, para después ser aceptado a
causa de las presiones de De Gaulle y, sobre todo, por la sublevación popular
en marcha que amenaza concluir con la destrucción de la ciudad. "La Nueve", junto a otras
unidades de su División, sale desde la localidad de Limours a las 7 hs. del 24
de agosto de 1.944 en dirección a París, vía Arpajon-Longjumeau-Antony, por la
carretera nacional 20. Dronne, ha establecido con sus jefes de sección las
pautas de un itinerario que, en su opinión, puede resultar peligroso por su
trazado, expuesto y propicio a emboscadas. La columna mecanizada atraviesa
varios pequeños pueblos, donde, a pesar de la hora, son recibidos de manera
calurosa por la población. A las 8 hs. encuentran la primera resistencia ante
Longjumeau. Una sección de La
Nueve, con el apoyo blindado de su inseparable 501º
Regimiento de Carros de Combate (R.C.C.), se encarga del asunto. La lucha se
acaba resolviendo a favor de los franceses, que ocupan un puente sobre el río
Ivette, pero Dronne piensa que estos pequeños y aislados focos de resistencia
deberían ser rodeados y fijados para proseguir con un rápido avance. A mediodía
se llega al suburbio de Antony y allí se reanuda la lucha. El eje del avance se
desborda, y con maniobras envolventes se liquidan los obstáculos y se destruyen
o capturan varias piezas de artillería alemana. La columna encuentra fuerte
resistencia frente a la prisión de Fresnes y se entabla un duro combate. Sin
embargo, la ruta hacia el París insurgente parece estar abierta por el Este.
Dronne recibe entonces un mensaje del coronel Billotte, que se encuentra al mando de la columna: se le ordena volver con sus tropas al eje del avance, concretamente cerca del cruce de la población de Croix-de-Berny. El Capitán hace repetir al mando varias veces el mensaje. No puede creer esta orden que, finalmente, acata. Al regresar a la carretera general, los habitantes de las poblaciones se vuelcan imprudentemente en recibir a las tropas. El enemigo todavía combate sobre la ruta y se producen bajas entre los civiles.
Llegando a Croix-de-Berny, la 1ª
sección de "La Nueve"
es enviada al cruce donde debe apoyar a otras fuerzas que se las tiene que ver
con un "88" alemán que será finalmente puesto fuera de combate.
Lamentablemente, esta sección, mandada por el sergeant-chef Moreno, ya
que su jefe natural, el andaluz sous-lieutenant Montoya, había resultado
herido en una escaramuza anterior, quedará, por esta acción, apartada del
inmediato destino del resto de "La Nueve".
Dronne entra en la población con el resto de la compañía, precedido por la semioruga del lieutenant Granell que se encuentra directamente con el jefe de la 2e DB, el general Leclerc. Éste se halla en una acera, apoyado en su famoso bastón, que emplea desde que sufriera hace años un accidente hípico. Está nervioso y de muy mal humor. Ha llegado hace poco tiempo en su scout-car y ha sido informado por la tripulación del avión Piper-Cub, que la división emplea en tareas de observación, de la angustiosa situación que se vive en el interior de París. Sus acompañantes se encuentran a prudente distancia. Le pregunta a Granell por el Capitán y el español le responde que marcha detrás.
Cuando llega Dronne, Leclerc le
interpela acerca de su situación. Dronne le explica que ha tenido que
retroceder porque así se le ha ordenado, pero que el camino hasta París está
expedito en la zona que él ha recorrido. Inmediatamente, Leclerc le ordena que
marche a París con lo que tenga a mano, por poco que sea. Imagina el efecto que
la llegada de la columna puede tener en la moral del pueblo parisino sublevado,
y sabe que es necesario que, aunque sea sólo con una fuerza simbólica, la 2e DB
debe entrar en París antes que los estadounidenses.
La leyenda de "La Nueve"
Dronne organiza lo que queda de
"La Nueve"
y completa su columna con la disminuida sección de carros medios del lieutenant
Michard, del 501º R.C.C., También consigue una sección de ingenieros, mandada
por el adjudant Cancel.
Un paisano guía a la columna. Atraviesan Fresnes, continúan por L'Hay-les-Roses, Cachan, Arcueil y Kremlin-Bicetre a través de aquellas calles que parecen libres de obstáculos o indicadas por la población como expeditas. Durante todo el recorrido reciben las muestras de entusiasmo de la población, que franquea el paso de la columna cuando esta encuentra algún obstáculo. Las defensas del fuerte de Bicetre no abren fuego al paso de la tropa que, hasta ahora, sólo han sido importunados por disparos esporádicos ahogados por el ruido de los motores.
Son las 20,45 cuando se alcanza la parisina Puerta de Italia. El jeep de Dronne pasa a la cabeza de la marcha. En ese momento la plaza se encuentra llena de personas que, al escuchar el estruendo de los vehículos, huye aterrada pensando que son alemanes. De pronto alguien grita: "Son americanos" y las tropas se ven rodeadas de una muchedumbre que, literalmente, enloquece al grito de: "Los franceses, son los franceses", al comprobar su verdadera identidad. Una alsaciana, ataviada con su traje típico, destroza el parabrisas del jeep de mando al saltar sobre él. Durante unos minutos es el delirio. La columna no puede continuar la marcha y Dronne duda sobre donde dirigirse. Realmente la pequeña fuerza que manda no tiene más que un poder simbólico dentro de la situación que le rodea, militarmente hablando.
Resuelve entonces dirigirse al ayuntamiento: El Hotel de Ville ha sido punto neurálgico en todas las insurrecciones acaecidas en París. El Capitán se pregunta por el itinerario a seguir, al desconocer la situación de las barricadas y el desarrollo de los combates. Entonces aparece en escena, subido en una pequeña motocicleta, el armenio Dikran que se ofrece como guía hasta el nuevo objetivo. Asegurando conocer la ruta correcta, arranca a la cabeza de la columna, que se abre paso como puede. Sobre el jeep de Dronne continúa subida la alsaciana.
Los vehículos se lanzan tras la
motocicleta. Recorren calles que quedan desiertas al paso de los blindados, que
los parisinos creen alemanes, y que se vuelven a poblar cuando alguien reconoce
a los soldados y lanza el repetido grito de "Franceses, son los
franceses". Cruzan al Sena por el puente de Austerlitz y continúan a lo
largo de los muelles de la orilla derecha hasta su objetivo.
Por fin, a las 21,22 horas se detienen ante el Hotel de Ville. Comienza a anochecer. La alsaciana baja del vehículo. Dronne ordena transmitir un mensaje de radio: "Misión cumplida. Estamos ante el Hotel de Ville" y hace hincapié ante su aislamiento y la necesidad de progresión sobre París.
Se despliega el destacamento y los vehículos en defensa de erizo alrededor del ayuntamiento, y se dan órdenes ante un posible contraataque. La gente empieza a llegar, lo invade todo, abraza a los soldados, grita, impide el despliegue. Muy pronto la Marsellesa se escucha sobre toda la ciudad, y decenas de campanas acallan cualquier otro sonido. Se ha cumplido el deseo de De Gaulle y Leclerc, y los soldados franceses han conseguido entrar los primeros en París, pero el destino ha querido que sean, en su mayoría, españoles.
Un periodista francés, Pierre
Crenessé, que entrevistaba en directo para la radio clandestina en el
Ayuntamiento a uno de los soldados franceses llegados a la ciudad, al
introducir en la entradilla de la entrevista a un francés de pura cepa,
venido de muy lejos para liberar la madre Patria, se oyó responder: Señor,
soy español, directamente en castellano.
El día 25 de agosto, el grueso de la 2e DB entra en París y se despliega por la ciudad eliminado los focos de resistencia alemana y tomando los puntos neurálgicos. "La Nueve" combate en la rue du Temple limpiando la central telefónica, y en los combates es gravemente herido el sous-lieutenant Elías. Al final del día París está bajo control y "La Nueve" se reagrupa frente al Hotel de Ville.
El Estado Mayor alemán fue hecho
prisionero el mismo día 25 por los españoles con uniforme francés Francisco
Sánchez —sevillano—, el aragonés Antonio Navarro y Antonio Gutiérrez, que se
hallaban a las órdenes de Amado Granell, incluyéndose entre los prisioneros al general
Dietrich von Choltitz; este último se entregó al extremeño Antonio Gutiérrez.
Al parecer, von Choltitz se negaba a rendirse a un soldado sin galones de
oficial y que le dijo por toda presentación: Soy español.
Al día siguiente tendrá lugar una impresionante manifestación en la que De
Gaulle escenificará su gran momento descendiendo por los Campos Elíseos y
caminando hasta la catedral de Nôtre Dame. El honor de escoltar el cortejo,
durante el que se producirá un confuso tiroteo, corresponde a "La Nueve" por haber sido
la primera en entrar en la capital de Francia. Las imágenes de los españoles
rindiendo honores o controlando a la multitud desde los half-tracks serán
algunos de los iconos característicos de la leyenda de “La Nueve”. Además, una bandera de la República española atravesaba la avenida de los Campos Elíseos.
La entrada en París marcó la historia de los españoles de Leclerc más que ninguna otra acción en la que participaron, sin duda por su importancia simbólica, que no militar. Sin embargo fue en los meses que siguieron en los que se produjeron los combates más duros, y en el entorno más inclemente. La bajas fueron mermando la proporción de españoles en "La Nueve" hasta el punto que, más o menos a finales de noviembre, ya había perdido su carácter netamente hispano y ya era una compañía, en palabras de Dronne; "franco-española". Pero nunca perdió su peculiar identidad, y todavía es recordada entre los veteranos de la 2e DB por su característico nombre español.
Alfonso Fiscowich, cónsul general en París del
gobierno de Francisco Franco, remitió el 18 de septiembre una explicación de
los hechos al Gobierno franquista:
En el
abigarrado desfile de las tropas que seguían al general De Gaulle en su entrada
oficial en París, observó el público con sorpresa las banderas republicanas
españolas que adornaban algunos de los tanques que formaban el cortejo. El más
curioso o avispado pudo también satisfacer su curiosidad o completar su
conocimiento leyendo los nombres con los que habían sido bautizados dichos
carromatos evocadores de hechos o batallas de la guerra civil de España, e
impuestos en los mismos por sus tripulantes, españoles enganchados en África y
recogidos en Francia conforme avanzaban por la metrópoli las tropas
desembarcadas el general Leclerc.
En los días siguientes, el Gobierno franquista
presentó una protesta diplomática por estos hechos ante el Gobierno francés,
que fue ignorada.
Toda su historia en: http://www.lanueve.net
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