Tierra! es un magnífico y poético documental estadounidense inspirado en el libro de Bill Logan “Dirt: The Ecstatic Skin of the Earth”. La película nos conecta con la insospechada cantidad y formas de vida que atesora el suelo, y describe asimismo desde perspectivas múltiples, la profunda relación de los humanos con eso que llamamos “tierra”. Desde su historia más inaccesible y remota como partículas de otras galaxias, hasta los más diversos usos y aplicaciones del suelo en nuestros días, tanto mediante buenas prácticas sostenibles como de otras muy cuestionables.
La propuesta no tiene un único mensaje central, sino que ofrece un abanico de lecturas sistémicas y universales. Así podemos descubrir enfoques históricos, culturales, éticos, didácticos, científicos, prácticos y hasta espirituales: Estamos hechos de la misma materia, una materia sagrada que muy pocas veces apreciamos debajo de nuestros pies.
"Este puñado de suelo probablemente incluye millones de microorganismos y ellos están conviviendo, algunos en cooperación, otros compitiendo. Cuentan con tremendas estrategias para vivir unos con otros o eliminarse, haciendo su propio lugar en la tierra (...) Al caminar en el paisaje no solamente los pájaros, los osos y los demás animales del bosque se dan cuenta. Los microbios del suelo también son conscientes de nuestra presencia."
A lo largo de más de cuatro mil millones de años de evolución se ha creado la tierra fértil que conocemos, y a través de la cual todos los seres vivos hemos sostenido nuestra vida, incluidos los humanos. En el devenir de la historia, la tierra siempre nos ha proporcionado el alimento, recicla el agua, nos da refugio, arcilla, combustible, medicinas, flores, colores y todo lo que nos podamos imaginar. Absolutamente todo lo que hemos necesitado, tanto para nuestra supervivencia básica como para cuestiones suntuarias, todo lo hemos obtenido desde la tierra, estudiando y aprendiendo de ella a lo largo de los últimos diez mil años, en una relación ininterrumpida, íntima y profunda.
"A veces soy padre de la tierra porque la cuido, otras la tierra es la madre que me alimenta. Y a veces la tierra es mi amante, porque compartimos una relación de amor. Yo la cuido y ella me cuida. Puedo sentir la vida adentro de ella". [Pierre Rahbi]
Sin embargo, en los últimos tiempos fuimos perdiendo esa conexión vital corriendo el altísimo riesgo que eso implica: Nuestra propia desaparición como especie. Con la agricultura industrial, el deficiente planeamiento urbano, nuestra curiosa visión del progreso y la manía de cubrirlo todo con luces y cemento, el derroche de recursos, la minería depredadora y muchos otros factores igualmente destructivos, en medio de esta vorágine del crecimiento económico a toda costa, estamos destruyendo no sólo la fuente primordial de nuestra vida sino también de las demás especies, dejando a nuestros hijos y nietos sin el sustento esencial. Y en este alienado proceso de desconexión no somos del todo conscientes de otras curiosas ideas que fuimos instalando en nuestra cultura, tal como esa de la palabra “tierra” que se relaciona con la suciedad, y no con la vida.
En sus pasajes más dramáticos la película nos confronta con el hecho de que le hemos declarado la guerra al suelo a través de prácticas extremadamente agresivas y no sostenibles. Inundaciones, sequías, hambrunas, miseria, hacinamiento, cambio climático, todo está relacionado con la forma en que los humanos estamos tratando al suelo. Civilizaciones enteras han prosperado o han caído en función de cómo se relacionaban con su tierra, y ahora no será la excepción.
"Hicimos grandes cambios en el paisaje con malas prácticas agrícolas (...) Hemos perdido un tercio de nuestro suelo fértil en los últimos 100 años. El problema de la agricultura es la forma en que ahora la hacemos (...) Si miramos los paisajes hoy, tenemos millones y millones de hectáreas de monocultivo de una sola variedad. Estos monocultivos ahora colapsan en escenarios de cambio climático, especialmente en situaciones de sequía. Cuanto más monocultivo, más vulnerables son nuestros sistemas."
Filmada en varios países, la película no se queda sólo en la denuncia o el mensaje filosófico, sino que también plantea la búsqueda de historias con visión de futuro, indaga en algunas soluciones posibles, viejas y nuevas formas para comenzar a reparar nuestra relación con la tierra. Activistas sociales, científicos, ambientalistas, agricultores, artistas y empresarios, exponen cada uno sus alternativas para prevenir el hambre en el mundo mediante la conservación de la biodiversidad de los suelos, la documentación y difusión de imágenes reveladoras, la organización de plantaciones comunitarias, alternativas educativas innovadoras, técnicas de agriculturas sostenibles respaldadas por la comunidad, integración de sectores sociales marginados, investigación en nuevas tecnologías, y hasta el reemplazo de los patios de cemento en las escuelas por huertas plantadas con comestibles.
Entre todas las interesantísimas personalidades que exponen sus pensamientos y propuestas en este documental podemos hacer una mención especial a Wangari Maathai, bióloga, activista política y ecologista nacida en Kenya, premio Nobel de la Paz en el año 2004 y recientemente fallecida, quien pone de manifiesto a través de la emotiva historia del colibrí, la necesidad urgente de que todos debemos asumir una participación activa hacia un plan de reparación de la tierra, y por pequeño que nos parezca nuestro aporte:
Había un gran bosque que se estaba incendiando. Todos los animales escapaban mientras observaban estupefactos el bosque en llamas. Y todos se sentían muy torpes, impotentes, excepto el pequeño colibrí, que dijo: "Yo voy a hacer algo contra el fuego". Entonces voló hacia el arroyo, tomó una gota de agua y la arrojó al fuego. Iba y venía, tan rápido como podía, mientras tanto, otros animales mucho más grandes como el elefante, que con su gran trompa podía cargar mucha más agua, estaban ahí parados sin ayudar, y diciéndole al colibrí: "¿Pero qué estás tratando de hacer? Eres muy pequeño y el fuego es tan grande... Tus alas son demasiado chicas y tu pico es tan diminuto que sólo puedes cargar una gota". Pero mientras seguían desalentándolo, sin perder tiempo él les dijo: "Haré lo mejor que pueda".
Fuete: http://ecocosas.com
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