Nueva imagen de la web de la
Casa Real
|
Transcurrida una semana desde la publicación de
una carta con la que la
Zarzuela ha dado inicio una serie de discursos que irá
colgando en su web, he vuelto a leer el texto del monarca
(o de quien se lo escribiera, con muy poca fortuna por cierto) y tras
analizarlo con detenimiento aun me han parecido benévolas las muchas críticas y
palos que el mismo ha recibido.
Puede tener un pase
que al rey le guste tutear a cualquiera con quien hable (dicen que es un gesto
muy borbón y campechano). También que el monarca trate como súbditos a
unos ciudadanos de pleno derecho. Pero de ahí a que los considere como unos
tontainas hay solo un paso cuando con sus prédicas llega a insultar la inteligencia de quienes le mantienen, tanto a él
como a su numerosa familia
En su
carta, empieza el rey diciendo que debido a la crisis deberíamos interiorizar “que sólo superaremos las dificultades
actuales actuando unidos y remando a la vez […] en un momento decisivo para
asegurar o arruinar el bienestar que tanto nos ha costado alcanzar”.
Al parecer, el autor de estos
párrafos se equivocó por completo porque unidos, lo que se dice unidos,
solo lo están -por la desesperada situación que comparten- los ciudadanos de
esa mayoría que sufre recortes brutales y ha perdido poder adquisitivo, puestos
de trabajo, posibilidad de acceder a ellos y una merma en los derechos sociales
inherentes a ese estado de bienestar que el rey menciona en su carta. Y por si
fuera poco, a estos diezmados españolitos se les acusa de haber vivido “por
encima de sus posibilidades” cuando lo cierto es que son solo las clases
dirigentes, los ricos y algunos mantenidos quienes se han regodeado en un
tutiplén de opulencia que ni en sueños conocerán las clases medias que les
votan, les enriquecen o estoicamente los soportan.
Como en Ben-Hur, rememos juntos
Al releer el párrafo donde dice “… remando a la vez”, una asociación de ideas, que tal vez Freud
podría explicar, me ha evocado la imagen de una legión de remeros sacados de
las listas del INEM que, como en la película Ben-Hur, bregaban sin tregua para que el yate Fortuna surcara las
aguas a motor parado para ahorrar dinero en combustible al erario público.
Seamos
serios y haga usted el favor de responderme, señor monarca ¿Considera que su
hijo y su nuera están remando codo
con codo con los matrimonios de su edad y con las familias españolas medias
mientras se exhiben en unas fotos que recuerdan a
los reportajes gráficos que en los años 60 y 70 publicaba la revista HOLA
mostrando a la familia real persa con el Sha y la princesa Soraya alardeando de
lujos orientales mientras su pueblo vivía en la miseria?
¿No se da usted cuenta,
majestad, de que son precisamente Felipe y Leticia, entre otros, quienes viven
por encima de las posibilidades de los españoles que los mantienen?
Como cualquier familia media española, los príncipes disponen de varios sofás en su jardín
|
Con Cataluña hemos topado
Sigo leyendo la carta
y me encuentro con un párrafo donde al rey le preocupa que “nuestro modelo de convivencia” esté amenazado por quienes “escudriñan” en sus “esencias” en unos momentos de crisis en los que no se debe “dividir
fuerzas, alentar disensiones, perseguir
quimeras ni ahondar heridas”.
Seamos claros, don Juan
Carlos, y llamemos al pan, pan y al vino, vino. Es evidente que quien le haya
escrito los entrecomillados anteriores no quiere mas que advertir al pueblo
catalán de que no hurgue en las esencias
de su pasado como excusa
reivindicativa de su independencia.
Pero como éste es un
tema que ya traté en un
artículo hace muy pocos días, me limitaré a hacerle dos sencillas
preguntas:
¿Por qué ha dejado usted
de ser un monarca neutral y ese imparcial árbitro de la democracia que siempre
dijo se, y ahora se declara ‘partidario de un equipo’ cuando debería ser más
que prudente que nunca dadas las bajas horas que atraviesa la institución que
representa?
¿Qué clarividencia le
asiste al considerar a la independencia de Cataluña como una quimera cuando este es un término que
alude a ilusiones y fantasías imposibles?
Sepa, don Juan Carlos, que no amenazan a España
quienes escudriñan en sus esencias sino quienes se oponen al derecho
democrático de los pueblos a decidir su futuro y hasta su independencia.
Una
sociedad sana y viva
Habla también el rey en su carta de la necesidad de
recuperar “los valores de las mejores
etapas de nuestra historia” y “en
particular de nuestra Transición
Democrática” y a continuación, recurre a unos tópicos muy manidos
como “el trabajo, el esfuerzo, el mérito,
la generosidad, el diálogo, el
imperativo ético, el sacrificio de los intereses particulares en aras del
interés general…”, unos valores que considera definitorios de “una sociedad sana y viva”
¿De qué valores nos habla, don Juan Carlos?
Es
desconcertante que en una carta que va dirigida a más de cuarenta millones de
españoles, que en su inmensa y más vulnerable mayoría sufre los estragos de una
crisis, el rey no sea más explícito ni exija el cumplimiento de los valores que
proclama (ética, sacrificio de los
intereses particulares…) a quienes más los quebrantan (representantes del
ámbito financiero, empresarial, especulativo, político…) y que son, además, los
culpables de la debacle económica que sufrimos.
Aunque, bien pensado, tal vez la Corona quiera ser
consecuente al saber que no puede erigirse como ejemplo de unos valores
que urdangarines, elefantes y otros desatinos
varios le han hecho perder muchos puntos de aceptación popular por su
comportamiento antiético.
En base a
ello, lo verdaderamente desconcertante sería entonces no la actitud del rey
sino por qué los más débiles aguantan una dramática situación, pese a saberse
engañados por una estafa que los poderes fácticos llaman crisis, y también
ultrajados en sus derechos en medio de una sociedad que ha dejado de ser sana por la podredumbre de quienes
imponen austeridad y sacrificio mientras viven en la mas provocativa y obscena
opulencia.
Colofón
De cierto os digo que, de seguir esto como va, la nuestra está condenada a ser una sociedad muerta.
De cierto os digo que, de seguir esto como va, la nuestra está condenada a ser una sociedad muerta.
Alberto Soler
Montagud
Imprimir
No hay comentarios:
Publicar un comentario