viernes, 19 de octubre de 2012

Gallardón avala el título nobiliario de Queipo de Llano, el general golpista que ordenó ejecutar a García Lorca



El ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ha justificado su decisión de renovar el Marquesado de Queipo de Llano en honor a uno de los generales golpistas que provocaron la Guerra Civil de 1936-39, aduciendo que “no existe norma legal alguna que aluda a la no validez de este título nobiliario”. En una respuesta escrita al portavoz parlamentario de Izquierda Plural, José Luis Centella, el notario mayor del Reino levanta acta por la vía de los hechos de la inutilidad de la Ley de la Memoria Histórica de 2007. Vale recordar que aquella norma suprimía los símbolos, honores y fanfarria propagandística que el dictador y sus secuaces se regalaron a sí mimos.

Todo comenzó cuando, paradójicamente, el 17 de julio pasado, víspera del 76º aniversario del alzamiento militar de 1936,  apareció en el Boletín Oficial del Estado (BOE) una disposición renovando el título nobiliario del general golpista a favor de su nieto Gonzalo Queipo de Llano Mencos. La orden ministerial iba firmada por el ministro Ruiz Gallardón, también paradójicamente, nieto del golpista radiofónico embozado tras el seudónimo bereber Tebib Arrumi.

Rápidamente, el diputado Centella empuñó el bolígrafo y escribió: “¿Cómo justifica el Gobierno la renovación del marquesado de uno de los cabecillas del golpe de Estado de 1936 y máximo responsable de la represión en Sevilla? ¿Cómo justifica el mantenimiento del mencionado título, incompatible con el respeto a las víctimas?” Y también “si tiene previsto revocarlo y suprimirlo”, como ocurrió en 2008 con la medalla de honor de la ciudad y el título de hijo adoptivo de Sevilla que le otorgó el ayuntamiento franquista.

La respuesta parlamentaria llegó ayer, al borde de los tres meses del plazo reglamentado. Y en ella, el ministro y nieto del Tebib Arrumi reafirma su decisión de mantener el título honorífico y despacha las preguntas con cuatro párrafos burocráticos. Así dice: “Lo que ha realizado el Ministerio de Justicia ha sido proceder al reconocimiento, en la sucesión del Título, de un derecho sucesorio en un ciudadano contemporáneo que es descendiente del concesionario primitivo, no existiendo imperativo legal alguno que lo impida”.

Para argumentar mejor su decisión aclara que “el actual título de Marqués de Queipo de Llano fue ya rehabilitado a favor del padre del actual titular en el año 1981, tras llevar el mismo 27 años en situación de caducidad”. Y sostiene que “con el reconocimiento en la sucesión del mencionado título no se está dando ningún tipo de honor o reconocimiento al fundador del Título, sino que sólo se está reconociendo el derecho de su nieto a ostentarlo, de acuerdo a la normativa vigente”.

Impresiona la frialdad de la respuesta del ministro. Ni el recuerdo que Centella incorpora al preámbulo de sus preguntas sobre la matanza de miles de civiles inocentes ni la famosa orden de ejecutar a Federico García Lorca –“Dadle café, mucho café”, ordenó Queipo a su subordinado en Granada– conmueven a Gallardón ni le mueven a suprimir el título honorífico que mantiene el nombre del genocida entre los Grandes de España.

Tampoco las arengas del criminal, animando a los legionarios y mercenarios norteafricanos a violar a las mujeres –“Después de todo, se lo merecen. ¿No han estado jugando al amor libre?”, decía el tipo– e instando a sus seguidores al terrorismo urbano y a asesinar en las calles a las autoridades republicanas –“Faculto a todos los ciudadanos a que, cuando se tropiecen a uno de esos sujetos (esos idiotas congéneres de Azaña) lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré”– animan a Gallardón a corregir su decisión.

Por el contrario, el titular de Justicia argumenta que “la legislación sobre títulos nobiliarios limita la posibilidad de derogar una sucesión o una rehabilitación a irregularidades procedimentales, documentales o de aparición de personas con mejor derecho sucesorio declarado en sentencia judicial, sin que tal revocación suponga la supresión del Título, sino sólo la anulación de un procedimiento. Por ello y al no existir norma legal alguna que aluda a la no validez de este título nobiliario, la legislación nobiliaria sigue desplegando su normal vigencia”.

Quizá para explicar la perseverancia leguleya del ministro en la defensa de ese título nobiliario, al socaire de la democracia y de la ley de la memoria histórica, haya que apelar a la personalidad del abuelo Víctor Ruiz Albeniz, el famoso Tebib Arrumi que se recreaba en la narración de las persecuciones y las matanzas infligidas a “los rojos” por las tropas mercenarias de Franco y Queipo, y además escribía libros de aquellas “gestas” sangrientas para los niños de la época , un tiempo del que, al parecer, el nieto Gallardón no quiere separarse.

Fuente: http://www.cuartopoder.es/laespumadeldia 

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