lunes, 13 de agosto de 2012

Hombres o fronteras


El único objetivo decente en la vida es ser ciudadano del mundo. Ése fue el proyecto inicial de los trabajadores, defendido por los partidos socialistas cuando ser socialista era sinónimo de ser defensor de los derechos del hombre, es decir, al varón y a la mujer. 

Defender los derechos individuales impide caer en la trampa patriótica. Defender los “derechos de los pueblos” en vez de defender los de las personas. Esta contrarreforma romántica arruino el siglo de la razón. Los alemanes, con su Volkgeist=espíritu de los pueblos, crearon los nacionalismos, todos totalitarios.  El Prof. Fraga defendió la dictadura de Franco: “Spain is different”, rebautizado en “hecho diferencial” por ciertos vascos, catalanes y gallegos.

El único hecho diferencial entre hombres, varones o mujeres, es que uno es rico y el otro no; uno opulento, el otro pobre; uno tiene una riqueza indecente, la desmesura lo es, el otro una miseria indecente, también desmesurada. La defensa de “nuestra patria”, “nuestra tierra”, “nuestras tradiciones”, “nuestra lengua”…. solo oculta la defensa miserable de “nuestra riqueza” que no queremos compartir con quien tiene menos.

No se discrimina a los inmigrantes, sólo a los pobres inmigrantes. No al moro, si es un rico marroquí; ni al asiático, si es dictador y Sultán de Bahrein;  ni al negro, si es Rey de Swazilandia; ni al polígamo si es Rey de Swazilandia. Se les sienta a la mesa, como la Reina de Inglaterra y todos los indecentes ricos. Ya ni hay campañas de Navidad: “siente un pobre a su mesa”. Nadie se engañe: discriminamos a los pobres… para “proteger” el (des)Orden Público.

Tras algunos años donde sí defendieron el Orden Público, todo vuelve a su ser, “atado y bien atado”: el de la época de Franco. Es un hecho objetivo innegable –algunas Delegadas del Gobierno, incapaces, no lo ven - que las Fuerzas que debían proteger el Orden Público, es decir, el ejercicio de los derechos ciudadanos, se han dedicado a violarlo. Pero no les cabe el reproche de que lo hayan hecho discriminadamente. Lo mismo apiolan a una chica contra el quicio de una puerta, que ni estaba indignada, ni se manifestaba – supongo que la indignación le vino luego del atropello - que machacan a escolares que reivindican “mejor educación” – sin dejar de reconocer que el aumento de la educación siempre ha subvertido el Orden Público – sin distinguir entre mayores y menores de edad, varones o mujeres, nacionales o extranjeros. 

Aquí no hay (des)Orden Público. El Orden Público lo define el dictador de turno. Porque también hay dictadores en los sistemas monárquicos parlamentarios, sean su origen dictatorial, como el nuestro, o tradicional, como otras monarquías, y aun de repúblicas democráticas. El mandato recibido en las elecciones los gobiernos para mandar 4 – 7 años, no impide que durante ellos se gobierne de modo dictatorial. Eso se nota cuando un gobierno abusa del recurso al Decreto-Ley. Revela el espíritu dictatorial que tiene cuando se persigue a quien se manifiesta - ¡se callen, coño! – utilizando las Fuerzas de (des)Orden Público.

Que la primera liberalización fuera la de los capitales es natural, son más volátiles de mover. Que luego siguiera la de las mercancías, es lógico; también son fáciles de transportar. Pero que luego se levanten inmensos muros para impedir la libertad nos demuestra lo ya sabido: nada se parece más a un hdp de izquierdas que un hdp de derechas. 

Unos muros son físicos - los USA frente a México, en Israel frente a Palestina con el mismo objetivo que el derruido de Berlín Alemania oriental frente a la occidental: impedir la mejora del nivel de vida - Otros son legales. La ley convierte a las personas en “ilegales”, como antes convirtió a los recién nacidos en “naturales”. Es un truco, ¡pero legal, los “amantes del Orden Público” para privar de sus derechos a los demás y que los irreflexivos, ¿mayoría? apoyen el desOrden Público”. 

Pero siendo perniciosas, las peores no son las fronteras con policías dispuestos a asesinar a quien comete el delito – puro desOrden Público - de cometer el delito de “querer dar una vida mejor a sus hijos”. Las peores son las fronteras mentales que tenemos escondidas en nuestra mente dispuestas a convertirnos en miserables, sobre todo si en vez de haber sido educados nos han adoctrinado para ser miserables. Sólo sacándonos la viga de nuestro ojo evitaremos que con ellas construyan el muro del atropello a los otros hombres, varones y mujeres. Eso debe buscar un Estado Republicano de demócratas decentes.

A. J. Vázquez

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