El único objetivo decente en la vida es ser ciudadano del mundo. Ése fue el
proyecto inicial de los trabajadores, defendido por los partidos socialistas
cuando ser socialista era sinónimo de ser defensor de los derechos del hombre,
es decir, al varón y a la mujer.
Defender los derechos individuales impide caer en la trampa patriótica.
Defender los “derechos de los pueblos” en vez de defender los de las personas.
Esta contrarreforma romántica arruino el siglo de la razón. Los alemanes, con
su Volkgeist=espíritu de los pueblos, crearon los nacionalismos, todos
totalitarios. El Prof. Fraga defendió la dictadura de Franco: “Spain is
different”, rebautizado en “hecho diferencial” por ciertos vascos, catalanes y
gallegos.
El único hecho diferencial entre hombres, varones o mujeres, es que uno es
rico y el otro no; uno opulento, el otro pobre; uno tiene una riqueza
indecente, la desmesura lo es, el otro una miseria indecente, también
desmesurada. La defensa de “nuestra patria”, “nuestra tierra”, “nuestras
tradiciones”, “nuestra lengua”…. solo oculta la defensa miserable de “nuestra
riqueza” que no queremos compartir con quien tiene menos.
No se discrimina a los inmigrantes, sólo a los pobres inmigrantes. No al
moro, si es un rico marroquí; ni al asiático, si es dictador y Sultán de
Bahrein; ni al negro, si es Rey de Swazilandia; ni al polígamo si es Rey
de Swazilandia. Se les sienta a la mesa, como la Reina de Inglaterra y todos
los indecentes ricos. Ya ni hay campañas de Navidad: “siente un pobre a su
mesa”. Nadie se engañe: discriminamos a los pobres… para “proteger” el
(des)Orden Público.
Tras algunos años donde sí defendieron el Orden Público, todo vuelve a su
ser, “atado y bien atado”: el de la época de Franco. Es un hecho objetivo
innegable –algunas Delegadas del Gobierno, incapaces, no lo ven - que las
Fuerzas que debían proteger el Orden Público, es decir, el ejercicio de los
derechos ciudadanos, se han dedicado a violarlo. Pero no les cabe el reproche
de que lo hayan hecho discriminadamente. Lo mismo apiolan a una chica contra el
quicio de una puerta, que ni estaba indignada, ni se manifestaba – supongo que
la indignación le vino luego del atropello - que machacan a escolares que
reivindican “mejor educación” – sin dejar de reconocer que el aumento de la
educación siempre ha subvertido el Orden Público – sin distinguir entre mayores
y menores de edad, varones o mujeres, nacionales o extranjeros.
Aquí no hay (des)Orden Público. El Orden Público lo define el dictador de
turno. Porque también hay dictadores en los sistemas monárquicos
parlamentarios, sean su origen dictatorial, como el nuestro, o tradicional,
como otras monarquías, y aun de repúblicas democráticas. El mandato recibido en
las elecciones los gobiernos para mandar 4 – 7 años, no impide que durante
ellos se gobierne de modo dictatorial. Eso se nota cuando un gobierno abusa del
recurso al Decreto-Ley. Revela el espíritu dictatorial que tiene cuando se
persigue a quien se manifiesta - ¡se callen, coño! – utilizando las Fuerzas de
(des)Orden Público.
Que la primera liberalización fuera la de los capitales es natural, son más
volátiles de mover. Que luego siguiera la de las mercancías, es lógico; también
son fáciles de transportar. Pero que luego se levanten inmensos muros para
impedir la libertad nos demuestra lo ya sabido: nada se parece más a un hdp de
izquierdas que un hdp de derechas.
Unos muros son físicos - los USA frente a México, en Israel frente a
Palestina con el mismo objetivo que el derruido de Berlín Alemania oriental
frente a la occidental: impedir la mejora del nivel de vida - Otros son
legales. La ley convierte a las personas en “ilegales”, como antes convirtió a
los recién nacidos en “naturales”. Es un truco, ¡pero legal, los “amantes del
Orden Público” para privar de sus derechos a los demás y que los irreflexivos,
¿mayoría? apoyen el desOrden Público”.
Pero siendo perniciosas, las peores no son las fronteras con policías
dispuestos a asesinar a quien comete el delito – puro desOrden Público - de
cometer el delito de “querer dar una vida mejor a sus hijos”. Las peores son
las fronteras mentales que tenemos escondidas en nuestra mente dispuestas a
convertirnos en miserables, sobre todo si en vez de haber sido educados nos han
adoctrinado para ser miserables. Sólo sacándonos la viga de nuestro ojo
evitaremos que con ellas construyan el muro del atropello a los otros hombres,
varones y mujeres. Eso debe buscar un Estado Republicano de demócratas
decentes.
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