Reconozco que en una buena parte, ser docente en la escuela pública,
es una cuestión de ideología y de valores: el valor de mi libertad de
conciencia y mi compromiso con el bien común.
Soy profesor titular de Formación Profesional de Grado Superior en la
sección de Sanidad, a lo que accedía por concurso de méritos y oposición
allá por el año 1991, o sea en calidad de funcionario dentro de la
Enseñanza Pública.
Podría, y aún hace muy poco he podido, haber ejercido mi profesión como
clínico en la esfera privada, así como la docencia dentro de la
universidad privada. Puedes obtener mejor rendimiento económico, eso lo
he tenido claro, y puedes mejorar más rápido tu escalafón (de otros lo
he conocido). Pero hay algo que me ofrece mi condición de funcionario
docente que perdería en cualquiera otra de las situaciones referidas:
independencia y autonomía en el ejercicio de mi profesión.
Es así. Cuando trabajas para una institución docente privada (no toda,
pero sí mucha), has de sostener su sesgo ideológico o laborar en pos de
su interés empresarial, antes que pedagógico o científico. Lo sé por
otros compañeros, incluso amigos. Yo, en cambio, planteo mi acción
docente en base a criterios meramente formativos lo más ajustados
posibles a la evidencia científica y ajeno a condicionamientos
ideológicos o intereses de otra calaña. Y de esa manera también realizo y
participo en acciones de mejora o innovación pedagógicas o de
actualización científica.
¿Qué en ocasiones la Administración pretende que asumas programas de
trabajo para lavar la cara del político de turno ante sus déficits de
gestión del sistema educativo? Sí, claro. Pero puedo decir no, lo he
hecho alguna vez, sin exposición a un despido, motivo que lleva a esos
otros compañeros o amigos de la institución docente privada, a tragar
aún en contra de cualquier evidencia que señala en otra dirección a la
que les obligan a tomar.
Así que , termino como empecé. Ser docente en la escuela pública, es
una cuestión de ideología y de valores: el valor de mi libertad de
conciencia y mi compromiso con el bien común.
Ustedes me dirán, si no asegura más el bien común o interés social
general, el que uno pueda hacerlo así que sometido a intereses espurios.
Yo, al menos, lo tengo claro.
Alfredo Castro.
Su blog personal: La ceca de Okalakom
No hay comentarios:
Publicar un comentario