El crecimiento
económico se desacelera. Los mercados pierden confianza. Los ataques
especulativos sobre la deuda se multiplican y sugieren un mayor impacto en la
próxima las tasas de interés. En cuestión de meses, los Estados, que han
perdido la confianza de los acreedores, serán obligados a financiar su deuda a
tipos de interés mucho más mayor que la actual, lo que necesariamente pesarán
sobre los presupuestos públicos, que en un 24% ya están dedicados a los
intereses de la deuda.
Frente a este desastre anunciado, nuestros líderes político sólo ofrecen soluciones tecnocráticas,
sin darse cuenta de que lo que está en juego hoy no es tanto la salud
financiera de España, Francia o Alemania, sino la capacidad política de Europa sobre el control de sus políticas
fiscales y frente a la presión de los mercados financieros.
Es hora de abrir
los ojos: esta crisis no es sólo una crisis financiera. Es sobre todo una
crisis económica y de gobernanza, que refleja la ausencia de una política económica
a nivel de la UE y
la falta de regulación del mercado.
La respuesta a la
crisis pasa, no por acuerdos o por
los planes financieros provisionales de
austeridad nacional, sino por una solidaridad institucional, un marco
comunitario para los presupuestos nacionales y las políticas de estímulo consistentes, adoptándose estas a escala europea.
Hemos hecho
el euro, pero no supimos darnos una
política económica común, que era el corolario esencial. El negarnos a dar una parte de nuestra soberanía, no nos ha permitido desarrollar una política monetaria independiente administrada
por el Banco Central Europeo, y si, veinte y siete
políticas inconsistentes fiscales,
donde cada uno quería tomar ventaja de
la estabilidad del euro para quedar exentos de la necesidad de controlar el
gasto.
Esta dispersión
del poder económico en Europa es el pecado original de la zona euro. Es el principal fallo en
el que se afianzan hoy los
especuladores. Y ya que no hemos
resuelto el problema de la construcción de una política económica real a nivel europeo, se seguirán
presionandos los mercados financieros y
serán fatales las consecuencias del estancamiento
económico.
Nos queda poco tiempo para dibujar las consecuencias de
la verdadera naturaleza de esta crisis:
debemos demostrar que Europa está dispuesta a iniciar conversaciones para lograr una
política económica rápida y dinámica, que nos permita actuar tanto sobre políticas fiscales de
los Estados, lo que implica una mayor integración,
como sobre la política monetaria de la zona del euro, lo
que significa la creación de mecanismos de coordinación con el Banco Central Europeo y a
cuestionar su independencia frente
a las políticas económicas partidista, como hasta
ahora.
Los radical-republicanos
proponemos dotar a Europa del fortalecimiento de los medios económicos, que puedan conducir a
corto plazo:
- Al establecimiento de un gobierno económico europeo que permita la recuperación del control de la política
monetaria al Banco Central Europeo.
-
La posibilidad de que la Unión Europea
pueda emitir bonos a través del Banco Central Europeo para reducir la deuda soberana de los estados
frente a la crisis.
-
Aumentar el presupuesto de la Unión
en políticas de estímulo a nivel europeo (Incluye
la realización de grandes proyectos para
reducir de los desequilibrios entre las regiones y las políticas comunes en la investigación).
-
La creación de un fondo para el desarrollo y la inversión, a
través de la emisión de bonos convertibles europeos, en apoyo a las empresas más
innovadoras en los sectores más respetuosa
con el medio ambiente para crear más puestos de trabajo.
-
La armonización de la base imponible sobre la a las empresas
para limitar la competencia fiscal
entre países europeos, que es el
responsable del 80% de los traslados de las empresas a
terceros países.
-
Un impuesto a las transacciones financieras de la deuda
soberana en todo el continente.
-
La creación de una agencia de calificación pública europea. Esta agencia será independiente
y tendrá una experiencia financiera. También
promoverá un nuevo modelo de crecimiento con indicadores del desarrollo teniendo en cuenta criterios económicos,
sociales y medioambientales: hay que acostumbrarse a
la idea de que un modelo de sociedad
se mide en primer lugar por el bienestar que esta proporciona a sus ciudadanos.
Debemos dejar de ser un mero espacio de la desregulación y la
competitivo y emerger como un poder
político en defensa de unos valores compartidos y un
modelo social diferente. Queremos una
Europa que proteja los derechos
de los ciudadanos y contribuya a la aparición de un mundo multipolar.
Esto significa darle un proyecto político, que le proporcione nuevos
poderes y democratice sus
instituciones.
Nuestro objetivo
es:
-
Un verdadero
gobierno federal, responsable del
Parlamento Europeo. El modelo actual de la
Comisión Europea debe dar paso a un
verdadero gobierno político, designado y apoyado por la mayoría Parlamento Europeo y el
Consejo. Es una cuestión de democracia: ya no es posible continuar transfiriendo cada vez más
poderes a las instituciones de la UE
sin someterlos a la rendición de cuentas
a la
Parlamento Europeo.
-
El presupuesto de la Comunidad, se alimentará por un impuesto europeo. Las transferencias de recursos y competencias
nacionales se negociarán de
manera que este impuesto se
utilizaría no para los gastos de operación, sino
para las inversiones a futuro. El reto
es, mostrar a los ciudadanos, los europeos, de que Europa es una fuerza que está dando forma al futuro y que apoya el
crecimiento.
La lucha será difícil, porque, durante mucho tiempo, los líderes políticos se
han negado abiertamente al deseo de construir una Europa federal. Esto implicaría la
renegociación de los tratados. Es
un camino difícil, pero debemos tener
el coraje de enfrentar la reticencia y
mostrar claramente nuestros objetivos.
Europa, SI
ResponderEliminarFederal, SI
Laica, SI
Social, SI
Educativa, SI
Sanitaria, SI
¿...pero basada en las actuales naciones-estado? NO, claro que no. Debe estar basada en los pueblos europeos y no en los caciques que engrosan las grandes administraciones centralistas de Paris, Madrid, Londres, Roma o Berlin.
¡¡¡Púrpura y plata!!!