Los ajustes con equidad ganan apoyo en Europa.
Sinn Fein (Nosotros Solos), el partido irlandés
vinculado desde hace un siglo a la lucha por la Irlanda unificada, está
subiendo como la espuma en los sondeos irlandeses. Pero esto no tiene nada que
ver con el republicanismo de Gerry Adams o Martin McGuinness en el norte de la
isla sino con el éxito de su programa alternativo para salir de la crisis en el
sur.
Es un programa muy riguroso que acepta los
objetivos de reducción del déficit presupuestario exigidos por la troika de UE,
Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional como parte del rescate a
Irlanda.
Pero Sinn Fein plantea una filosofía radicalmente
distinta para que el Estado ahorre. Estas incluyen: subidas drásticas de
impuestos a las rentas más altas; la creación de una tasa del 1% sobre
patrimonios superiores un millón de euros que se aplicaría una vez; un tope de
salarios de funcionarios de 100.000 euros al año; eliminar las subvenciones a
la enseñanza privada, y cobrar el coste total por el uso privado de servicios
de la sanidad pública.
“En principio, asumimos los objetivos del déficit
de la troika; pero hay formas mucho más socialmente justas para hacerlo”, dijo
Eoin Ó Broin, economista de Sinn Fein, en una entrevista mantenida durante una
visita al parlamento irlandés en Dublín el mes pasado. “Hay mucho despilfarro
en salarios de altos funcionarios como jueces, ministros, diputados, senadores
y en regalos tributarios a empresas; Google solo paga impuestos del 3%”, dice.
Este tipo de austeridad equitativa tiene una ventaja: es mucho más compatible
con la democracia. Desde que salió el presupuesto alternativo de Sinn Fein, a
principios de año, su apoyo en los sondeos ha subido del 8% al 20%.
Esto ha atraído hasta a votantes en segmentos
profesionales del electorado holandés. “Tengo estudios, y un buen trabajo; me pagan
bien, pero creo que la riqueza debería estar mejor repartida,”, aseguró a
Reuters un consultor de informática en Amersfoort (Holanda) que dijo que
votaría a Roemer. Se calcula que el SP logrará entre una cuarta y una quinta
parte de los votos.
Asimismo en Grecia, el partido Syriza subió del
10% a casi el 30% en apoyo electoral, gracias a propuestas como un nuevo tipo
del IRPF del 75% para rentas mayores a 500.000 euros y recortes drásticos en el
gasto militar. Los tres partidos citados argumentan que las subidas de
impuestos y límites sobre elevados salarios público permitirían mantener la red
de protección social para los más vulnerables y crearían margen también para
nuevas políticas de inversión pública.
Mientras, Francia ha adoptado superimpuestos sobre
las rentas altas y hasta el viceprimer ministro británico, Nick Clegg, defiende
ahora un wealth tax (impuesto sobre patrimonios elevados) equivalente al 1% de
inmuebles de valor superior a 2,5 millones de euros.
El margen para recaudar dinero con impuestos
sobre rentas altas y patrimonios millonarios es mayor que nunca. Según el
informe anual de Cap Gemini, en el 2011, tres años después del inicio de la
crisis, el patrimonio de los 100.000 individuos a escala mundial que cobran más
de 30 millones de dólares al año había subido un 33% y ya rebasaba el récord de
los años burbuja.
Mientras tanto, en Islandia, emerge un ejemplo
real de que la austeridad con justicia social puede dar mejores resultados
económicos que los ajustes adoptados actualmente en Europa.
Después de atravesar su propia crisis de
insolvencia (y una moratoria sobre la deuda), el nuevo gobierno islandés puso
en marcha un programa de ajustes fiscales muy duros y logró recortar su déficit
público desde el 14% del PIB en el 2008 al 2% actualmente. Pero, según explicó
el ministro de Asuntos Económicos islandés, Steingrimur Sigfusson, la semana
pasada en una tribuna del Financial Times, el ajuste se hizo mediante la
adopción de “políticas de inclusión económica y social (…): las rentas altas han
aportado más al ajuste y se ha protegido a los de rentas bajas”. El resultado
es “una distribución más equitativa”, resume, tras años en los que las rentas
en Islandia (y Europa en general) se han polarizado.
Islandia ya ha salido de su crisis. Creció el 3%
en el 2011 y tiene acceso a los mercados internacionales para financiarse. Los
asalariados de bajas rentas (que consumen un mayor porcentaje de su renta y,
por tanto, ayudan a que crezca la economía) “siguen siendo participantes en la
economía”, explica Sigfusson. “Las lecciones de Islandia pueden servir de guía
para la zona euro”, añade.
Todo esto pone los pelos de punta de los
economistas de mercado en Berlín, Londres o Madrid, que sostienen que las
subidas de impuestos desincentivan la actividad económica y agravan los
problemas de competitividad de los países europeos. En la revista económica
holandesa Quote esta semana se advierte de que las subidas tributarias de los
socialistas provocarían la fuga de riqueza a Suiza. En la portada, la cara de
Emile Roemer aparece salpicada de sangre bajo el título “¡Stop de SP!”. Pero
hay sofisticados argumentos económicos a favor de la redistribución como ayuda
a salir de la crisis presupuestar (ver artículo adjunto). “La gran ventaja del
aumento del gasto público financiado por subidas de impuestos es que estimulan
la economía, sin que se renuncie al compromiso de la austeridad”, dice el
economista de Oxford Simon Wren Lewis.
Por qué la austeridad con justicia social
puede reactivar la economía.
Por si políticos de izquierdas como Alex Tsipras (Syriza), Emile Roemer (SP holandés) o Pease Doherty (Sinn Féin) no resultan convincentes en su defensa de la redistribución radical de la renta como salida de la crisis, se puede consultar la obra de los dos premios Nobel, Paul Krugman y Joe Stiglitz, o del exsecretario del Tesoro estadounidense Larry Summers, o del catedrático de Berkeley Brad de Long, o del respetado economista de la Universidad de Oxford Simon Wren Lewis. O de muchos otros economistas de corte keynesiano.
Todos estos defienden la idea del llamado
balanced budget multiplier (multiplicador de presupuesto equilibrado). Esto
plantea que un presupuesto (como en la propuesta de Sinn Féin) que mantiene los
mismos objetivos presupuestarios pero que redistribuya la renta en favor de los
de rentas mas bajas, impulsará el crecimiento, con consecuencias muy favorables
para el reto de bajar el déficit. ¿Por qué?
Por dos motivos. Los ciudadanos de renta más baja
gastan un porcentaje muy superior de cualquier aumento de su renta frente a los
contribuyentes de rentas altas que consumen relativamente poco. Por lo tanto,
el simple hecho de redistribuir la renta tiene un impacto positivo sobre la
demanda y el crecimiento.
Segundo, un aumento de impuestos a las rentas
altas puede facilitar una mayor inversión pública, y esto tendrá un impacto
positivo en la economía ya que una subida de impuestos para rentas altas se
limita a incidir en el ahorro y no el consumo mientras que la inversión pública
siempre desencadena un fuerte efecto multiplicador conforme crea empleo para
trabajadores que, a su vez, gastan sus salarios y generan negocio para otras
empresas, etcétera.
Siempre existe un multiplicador correspondiente a
un aumento del gasto público o un recorte de impuestos. Pero, a diferencia del
deficit spending -en el cual se aumenta el déficit temporalmente para reactivar
la economía-, el balanced budget multiplier tiene la ventaja de no elevar el
déficit. Por eso, es muy atractivo para gobiernos como el irlandés, griego a o
español que difícilmente pueden optar por relajar la disciplina presupuestaria
debido a la desconfianza de los mercados y primas de riesgo disparadas
Pese a esto, hay muchos indicios de que, lejos de
diseñar ajustes que redistribuyan la renta, se está haciendo justo lo
contrario. En España, según Eurostat, la desigualdad de rentas, se ha disparado
desde el inicio de la crisis, regresando a los niveles de de mediados de los
noventa.
El coeficiente Gini, que mide la desigualdad, ha
subido del 31,3 a
33,9 en tres años; no había rebasado el 33 desde el 2001. Mientras cae la renta
media en España. Empresarios españoles suben hasta los primeros puestos del
ranking de la revista Forbes de multimillonarios.
Esto ocurre a pesar de que la aplicación de impuestos
sobre patrimonios altos podría recaudar mucho dinero, según explican Stefan
Bach y Gert Wagner , dos economistas del instituto berlinés DIW en un nuevo
estudio. Calculan que un impuesto puntual (one off) del 10% sobre patrimonios
de más de 250.000 euros en Alemania -el 8% de la población- podría recaudar
nada menos que el 9% del PIB. “En otros países europeos se podría recaudar
dinero de la misma manera”, plantean. Es muy aconsejable, porque “las subidas
de la deuda pública ocurren en un momento en el cual la riqueza se concentra en
una élite”.
Andy Robinson
Fuente: http://enpositivo.com
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