El
pasado día 11 de septiembre se produjo una movilización sin precedentes en
Barcelona, que modificó las líneas políticas no solamente de Cataluña, sino las
de España en su conjunto.
No
tiene sentido el ignorarla, minimizarla o justificarla creyendo que muchos de
los manifestantes no eran propiamente independentistas, que estaban allí como
protesta por la crisis, recortes sanitarios, etc. Lo que, por otro lado, puede
ser cierto; quizás sólo un porcentaje indeterminado de los que asistieron a las
movilizaciones, a la hora de verdad, no votarían a favor de la independencia;
pero no es menos cierto que el lema de la convocatoria era inequívoco, y que la
totalidad de los asistentes sabían a lo que iban, y no se sienten incómodos,
sino más bien complacientes, con la idea de la independencia.
Es
necesario reconocer que, sean cuales sean las causas, una base amplísima del
espectro social del catalanismo se ha desplazado claramente hacia posiciones
independentistas; ya no se puede seguir pensando que el independentismo es y
será siempre una opción minoritaria. Ya se trata de una ola creciente.
La
postura oficial de Artur Mas, de reclamar el “pacto fiscal” y al mismo tiempo
apuntarse a la locomotora en marcha de la independencia, nos parece
irresponsable y contradictoria. Con su convocatoria electoral, en un alarde de
oportunismo político, ha conseguido que todos los problemas surgidos durante su
mandato, en el mejor de los casos, pasen
a un segundo plano, o en el peor se olviden. Ya nadie, excepto unos pocos, habla
de su gestión; de los recortes habidos en sanidad, cultura, educación,
comunicaciones, etc.
Sin
embargo, muchos españoles, en un ejercicio de mirar la paja del ojo ajeno y no
ver la viga en el propio, estigmatizan el nacionalismo catalán olvidándose de
que ellos mismos caen en el nacionalismo de tipo contrario: el nacionalismo
español excluyente. . Es decir, en la negación permanente, miope y suicida de
la realidad catalana y de otros pueblos de España.
España
no ha resuelto satisfactoriamente el problema del plurilingüismo y de la
existencia en su territorio de pueblos que aspiran a una identidad propia y
distinta de la que se les quiere adjudicar por decreto o por "derecho de
conquista".
Queremos
dejar claro nuestro respeto inequívoco tanto hacia la opción independentista,
como hacia todas las opiniones que se expresen en libertad y de manera
pacífica; así como, nuestra defensa del derecho de los pueblos a decidir su
futuro.
Nuestro
modelo de estado es el de una República Federal, creemos que la Republica representa la
democracia y, como tal, es la única opción capaz de proporcionar a la
ciudadanía, la cultura, la honradez y la responsabilidad, palancas
incuestionables, para alcanzar la libertad, la igualdad y la fraternidad entre
todos los ciudadanos; por lo que no seremos nosotros los que neguemos al pueblo su derecho a
elegir libremente su futuro. Nadie, ni
en este país ni en ningún otro, se puede erigir en portador supremo de la
verdad democrática, ya que el único poder soberano reside en el pueblo. Y este
es el caso del pueblo catalán, ese es su DERECHO (con mayúsculas).
Somos
federalistas, porque la soberanía, que reside en el pueblo, la recibe el Estado
por delegación de las Comunidades, teniendo estas el derecho de autogobierno en
todas las materias que les haya delegado el Estado. El cual, debe articular la
solidaridad entre las mismas. Porque el Estado Federal, encarna el proyecto
común de todos los pueblos que conforman España.
Y
dado que nada está definitivamente escrito, y los acontecimientos mundiales
empujan en dirección de entidades descentralizadas y federalistas, incluso en
estados unitarios, es hora de pensar y actuar en la construcción de un pacto
federal.
¡Viva la República!
Imprimir
No hay comentarios:
Publicar un comentario