lunes, 3 de diciembre de 2012

La Policía Nacional seguirá con el mismo uniforme



Algunos “expertos” han visto en la reciente declaración de un agente de la Policía Nacional: “La Ley soy yo” un apoyo subliminal para que se modifique su actual uniforme y se les dote de otro estilo Luis XIV de Francia, que fue quien dijo el primero: “El Estado soy yo”. Fuentes habitualmente bien informadas del Ministerio del Interior - en su anterior encarnación Ministerio de la Gobernación - han desmentido que exista un proyecto de modificación del uniforme del Cuerpo de la Policía Nacional.

Otras fuentes menos dignas de veracidad informan que el asunto ya era objeto de estudio por una Comisión de Uniformes, reservada a expertos, que analizaba virtudes y desventajas que tendría el cambio del uniforme.

En relación con su denominación tendría la ventaja de que ya no podría simplificarse con un nombre como en el pasado: “grises”, por el color que tenían; “maderos”, cuando se cambió a color castaño - felizmente nunca se les llamó alcornoques; o “azulones”, debido al color que tiene el actual. Este nombre resulta especialmente incómodo porque tiene una asociación con el pájaro de igual color y nombre, y “pájaro” tiene implícitas connotaciones algo denigrantes para las funciones constitucionales que tienen.

Esta asociación tiene el inconveniente de que no permiten acusar a quien lo use de un “animus delincuendi”, es decir, de ánimo delictivo de menosprecio dado que a sus homólogos franceses los “flics”, les llamen “hirondelles”, porque con su capita corta al viento cuando persiguen a los ciudadanos para protegerles en el ejercicio de sus derechos constitucionales recuerdan las golondrinas. El multicolor aspecto del uniforme estilo Luis XIV impediría atribuirle un solo color, aunque recordando mayo del 68: “la imaginación al poder”, cabe temer todo.

La longitud del bastón de mando se consideró un elemento muy apropiado. Dada su longitud, permitiría proteger los derechos de los ciudadanos desde mucho más lejos. El traje ajustado a pierna y pantorrilla se consideró también muy idóneo. Como ocurre con los toreros, al ser ceñido impide el enganche con nada en el ejercicio de sus funciones de protección de los derechos de los ciudadanos, aumento de protección que los ciudadanos agradecerían. La espada fue, asimismo, bien valorada por la ventaja de poder usarla por los lados planos, por los afilados e incluso por la punta para acomodarse a la mejor y más eficaz protección de los derechos de los ciudadanos contra quienes quisieran violarlos.

Sobre el calzado hubo división. Se apreció el valor del tacón, porque realzaría la natural gallardía de los agentes al aumentar su estatura. Así crearía una imagen de más respeto, algunos - sin duda con exceso - hablaban de veneración, que sería favorable a la hora de defender los derechos de los ciudadanos. Los “malotes” - por emplear el argot policial - se quedarían estupefactos ante su presencia. La oposición al tacón de algunos miembros del Comité de Uniformes se debió a que presumían que los tacones pudieran ocasionar cierta dificultad cuando los agentes tuvieran que correr con rapidez para defender los derechos ciudadanos que fueran agredidos por algún “malote” que quisiera atropellarlos.

Se propuso modificar el diseño de las ligas eliminando la hebilla e incorporando nuevos tejidos elásticos  que impidieran cualquier engancharse de los agentes al ir a proteger los derechos ciudadanos.

La capa fue considerada adecuada por todos. Las lises borbónicas - pese a su símbolo de falo -  hacen juego con el Borbón al que el dictador Franco nombró rey. Se propuso, sin embargo, que ese diseño fuera como traje de gala por su vistosidad y en las paradas públicas. Para las labores ordinarias de protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos se propuso otra, también con lises, más ligera y de menores dimensiones. Éstas, sin embargo, deberían ser suficientes para proteger el derecho constitucional a la intimidad del ciudadano que, víctima de algún maltrato, sangrara por no haber llegado a tiempo los agentes de las FCSE a proteger su derecho a la inviolabilidad de su persona física.

Elevado este informe a la consideración del Ministerio de Economía este lo acepto pero propuso dejar en suspenso la decisión a la vista del elevado coste que significarían la substitución del uniforme y, además, las clases de esgrima necesarias para poder utilizar la espada con destreza, habilidad y gallardía

A.J. Vázquez



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