Algunos “expertos” han visto en
la reciente declaración de un agente de la Policía Nacional:
“La Ley soy yo”
un apoyo subliminal para que se modifique su actual uniforme y se les dote de
otro estilo Luis XIV de Francia, que fue quien dijo el primero: “El Estado soy
yo”. Fuentes habitualmente bien informadas del Ministerio del Interior - en su
anterior encarnación Ministerio de la Gobernación - han desmentido que exista un
proyecto de modificación del uniforme del Cuerpo de la Policía Nacional.
Otras fuentes menos dignas de veracidad informan
que el asunto ya era objeto de estudio por una Comisión de Uniformes, reservada
a expertos, que analizaba virtudes y desventajas que tendría el cambio del
uniforme.
En relación con su denominación tendría la
ventaja de que ya no podría simplificarse con un nombre como en el pasado:
“grises”, por el color que tenían; “maderos”, cuando se cambió a color castaño
- felizmente nunca se les llamó alcornoques; o “azulones”, debido al color que
tiene el actual. Este nombre resulta especialmente incómodo porque tiene una
asociación con el pájaro de igual color y nombre, y “pájaro” tiene implícitas
connotaciones algo denigrantes para las funciones constitucionales que tienen.
La longitud del bastón de mando se consideró un
elemento muy apropiado. Dada su longitud, permitiría proteger los derechos de
los ciudadanos desde mucho más lejos. El traje ajustado a pierna y pantorrilla
se consideró también muy idóneo. Como ocurre con los toreros, al ser ceñido
impide el enganche con nada en el ejercicio de sus funciones de protección de
los derechos de los ciudadanos, aumento de protección que los ciudadanos
agradecerían. La espada fue, asimismo, bien valorada por la ventaja de poder
usarla por los lados planos, por los afilados e incluso por la punta para
acomodarse a la mejor y más eficaz protección de los derechos de los ciudadanos
contra quienes quisieran violarlos.
Sobre el calzado hubo división. Se apreció el
valor del tacón, porque realzaría la natural gallardía de los agentes al
aumentar su estatura. Así crearía una imagen de más respeto, algunos - sin duda
con exceso - hablaban de veneración, que sería favorable a la hora de defender
los derechos de los ciudadanos. Los “malotes” - por emplear el argot policial -
se quedarían estupefactos ante su presencia. La oposición al tacón de algunos
miembros del Comité de Uniformes se debió a que presumían que los tacones
pudieran ocasionar cierta dificultad cuando los agentes tuvieran que correr con
rapidez para defender los derechos ciudadanos que fueran agredidos por algún
“malote” que quisiera atropellarlos.
Se propuso modificar el diseño de las ligas
eliminando la hebilla e incorporando nuevos tejidos elásticos que
impidieran cualquier engancharse de los agentes al ir a proteger los derechos
ciudadanos.
La capa fue considerada adecuada por todos. Las lises
borbónicas - pese a su símbolo de falo - hacen juego con el Borbón al que
el dictador Franco nombró rey. Se propuso, sin embargo, que ese diseño fuera
como traje de gala por su vistosidad y en las paradas públicas. Para las
labores ordinarias de protección de los derechos fundamentales de los
ciudadanos se propuso otra, también con lises, más ligera y de menores
dimensiones. Éstas, sin embargo, deberían ser suficientes para proteger el
derecho constitucional a la intimidad del ciudadano que, víctima de algún
maltrato, sangrara por no haber llegado a tiempo los agentes de las FCSE a
proteger su derecho a la inviolabilidad de su persona física.
Elevado este informe a la consideración del
Ministerio de Economía este lo acepto pero propuso dejar en suspenso la
decisión a la vista del elevado coste que significarían la substitución del
uniforme y, además, las clases de esgrima necesarias para poder utilizar la
espada con destreza, habilidad y gallardía
A.J. Vázquez
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